Laura Quiroga tiene 37 años y vive en Bell Ville. Fue la primera persona trans en su ciudad en hacer el cambio registral gracias a la Ley de Identidad de Género aprobada en 2012. “No estaba esperando cambiar el nombre. Yo sabía que era Laura desde los 5 años”, dice ahora. “Pero necesitaba esa herramienta para poder ir al colegio, al médico, o hacer cosas esenciales que hacen todas las personas”; explica. 

Laura está terminando el colegio secundario, integra la primera de un equipo de fútbol femenino, trabaja en casas de familia y es madre de una niña de 7 años. Cada una de esas cosas fue para ella una pelea.

"Yo jugaba en un equipo de chicas trans. Cuando salió la ley me quise anotar en la liga femenina, pero fue una discusión tremenda, me pusieron muchos obstáculos, me sometieron a mucha exposición. Ahora juego y todo gracias a un DNI", ejemplifica. 

Uno de sus tatuajes más visibles es el nombre de su hija: Mía. “Me salvó la vida, aunque digan que yo la salvé a ella”, dice. La maternidad la alejó de las drogas y el trabajo sexual. “Ojo no lo hacía porque me gustara ese trabajo, pero sino de qué iba a vivir”, se pregunta.

Laura Quiriga es referente en el departamento Unión, Córdoba. Foto: Ezequiel Luque
Laura Quiriga es referente en el departamento Unión, Córdoba. Foto: Ezequiel Luque

En Bell Ville milita en diferentes espacios del feminismo y de Organizaciones LGBTTIQ+. Cuando en 2012, el Congreso sancionó la Ley de Identidad de Género, no lo vivió como un cambio radical ya que desde los cinco años se llamaba Laura, pero sí reconoce que fue una gran herramienta para acceder a derechos tan básicos como ir al médico y que la llamen por su nombre o cuando se anotó en el colegio le pusieran Laura.

También sirvió para salir de la marginalidad, de la exclusión, de lo innombrable. A la ley la militó y se la puso al hombro pero reconoce que faltan todavía cuestiones básicas como garantizar que se cumpla el artículo 11 que hace referencia al derecho a la salud integral. “A 10 años de la ley todavía no podemos hacernos un tratamiento hormonal y hay pocos lugares donde hacernos una cirugía”, dice. 

La Ley de Identidad de Género (26.743) fue aprobada en Argentina el 9 de mayo de 2012 y resulta un hito en la historia para el reconocimiento de la dignidad y los derechos humanos del Colectivo LGBTTIQ+, particularmente del Colectivo Travesti-Trans.

La ley permite que las personas trans sean tratadas de acuerdo a su identidad autopercibida e inscriptas en sus documentos personales y otros registros con el nombre y el género vivenciado; además, ordena que todos los tratamientos médicos de adecuación a la expresión de género sean incluidos en el Programa Médico Obligatorio, lo que garantiza una cobertura de las prácticas en todo el sistema de salud, tanto público como privado. Es la primera ley de identidad de género del mundo que, conforme las tendencias en la materia, no patologiza las identidades trans.

Laura dice que siempre está esperando un poco más. “Todo bien con las travas. La gente va a las marchas, nos abrazan, agarran las banderas pero a la hora de darnos un trabajo en blanco o invitarnos a sus casas, no pasa nada. La ley no tiene alcance”, dice.

“Yo siempre hablo de los estados municipal, provincial, etc, y te doy un ejemplo: una fábrica de alfajores necesita una persona para que trabaje no va a elegir a una trans”. Para Laura, la sociedad  es en parte responsable “de que las compañeras se mueran” porque, sostiene, la “Sociedad margina y expulsa”. 

—¿Qué le falta a la ley?

Es una herramienta que facilita el acceso a la salud, al estudio y al trabajo, lo esencial que necesita el ser humano. Pero nos sigue faltando salud y trabajo. Si yo no trabajo no puedo estudiar. Por eso es importante seguir militando esta ley para conseguir el cupo laboral, que se cumpla con el artículo 11 que hace mención a la salud integral. 

En Bell Ville hay cerca de 50 personas trans y del colectivo LGTVQ+ se calcula que son alrededor de 200, y a pesar que presentaron el proyecto por el cupo trans y que fue aprobado en el año 2014, hoy está trabajando una sola compañera.

Laura formó parte del programa ConocerT, el relevamiento de poblaciones LGTVQ+ que impulsó la provincia en 2019 y se sigue desarrollando. “Los datos que resulten podrán dar cuenta de nuestras necesidades. Espero que desde la provincia se pueda activar, nunca fue gente del gobierno a decirnos ‘pibas hagamos algo’. 

En Córdoba desde que se sancionó la Ley de Identidad de Género se hicieron 1258 cambios registrales, 42 niñes y adolescentes y 6 no binarios.