“Que la historia no sucede solamente en los libros”, como afirma el autor de Falta Simón, puede sonar a “verdades de Perogrullo”. No obstante, no son estas verdades las que nos interesan. Tampoco saber su origen, si se adjudican al profeta de sentencias obvias de nombre Pero Grillo o Pero Grullo. O si refieren a cierto escritor satírico del siglo XV o al término perogrullada acuñado por Francisco de Quevedo. La afirmación “aparentemente obvia” que nos interesa porta un sentido histórico bastante alejado de aquellas verdades notoriamente sabidas que resultan naderías: "amanece porque sale el sol" o "el que se levanta se ha caído antes". Porque no es La Historia en los libros, es la historia de lo singular, la que también sucede “en las calles que recorre Simón (...) le formula preguntas y Simón decide ser parte”, escribe el autor. Nos falta Simón. ¿Dónde está? ¿Quién se lo llevó? ¿Por qué no lo encontramos?

No es solo un muchacho desaparecido. Tiene un nombre. A partir de este personaje gira todo el texto de Roberto Martínez con su invitación a pensar y vivir la memoria, donde entramos a la ausencia, al vacío de los que nos faltan, pero que en la escritura se hacen presentes. “Los muertos demandan a los vivos: recordadlo todo y contadlo, no solamente para combatir los campos sino también para que nuestra vida, al dejar de sí una huella, conserve su sentido”, escribe Tzvetan Todorov en el libro Frente al límite. Como los testimonios de quienes atravesaron la experiencia de los campos de concentración que se narra en ese libro, el texto de Martinez se fragua en el relato de sobrevivientes que bien podrían asumir los mismos interrogantes del búlgaro: qué nos llevó a ese horror, qué pasó con la moral humana…

Roberto Martínez es jujeño y está radicado en Córdoba desde 1997. Foto: gentileza
Roberto Martínez es jujeño y está radicado en Córdoba desde 1997. Foto: gentileza

En la voz del narrador está presente una operación interna y externa que se expresa en la transformación de la trama, de testigo, al relato y luego a la memoria. La posición del testigo que ha vivido una situación traumática muestra el paso de algo real, mortífero, imposible de nombrar hacia la novela como instalación en la cultura y un tipo de acción metafórica transformadora. En este sentido no se narran sólo hechos que sucedieron sino que hay un efecto en la escritura, se deja una marca, un significante.

Falta Simón narra una forma de vivir con la ausencia que se hace presente en la escritura, como en ese juego de presencia y ausencia que descubre Freud, del carretel que se arroja, se pierde pero luego se reencuentra.

Simón era un estudiante de medicina que vino desde el norte argentino a vivir en Córdoba. El escenario de la última dictadura militar se dibuja en una cartografía que une dos ciudades, Perico y Córdoba, espacios donde coraje y tragedia conviven y tensionan la vida.

Nombrar, repetir el nombre, como cuando se llama a alguien, es la insistencia novelada “Simón”. A veces se lee como un grito lleno de dolor, otras como un susurro que pasa de página en página como los secretos que se dicen al oído. Otras, el nombre parece canción, las que no faltan en la identidad del personaje, cantar un nombre para que se escuche.

La escritura invita a sumergirse en la narración de la rutina, de los paisajes, de la ciudad, de los detalles de una vida. Pero también aparecen novelados archivos y documentos que circulaban en ese tiempo en los hospitales. Uno de ellos destinado a los médicos: “Médicos no denuncien a los combatientes populares heridos. Traten de identificarlos. Hagan conocer la situación. Comuniquense con los parientes o un abogado.” El documento marca una ética que habita el relato: la dictadura quería borrar lo humano, lo sensible, el cuidado por una vida.

“No hay tragedias ajenas. Cada tragedia habla de todos los hombres”, esta cita de Lliliana Bodoc que el autor toma al inicio de su libro, representa una afirmación que escapa a esas verdades de Perogrullo, necesita comunicarse, escribirse, reafirmarse y hacer memoria permanente como archivo viviente.

“Falta Simón” es la primera novela de Roberto Martínez publicada el año pasado por Editorial Gráfica 29 de Mayo.

El autor nació en 1978 en Jujuy. Vive en Córdoba desde 1997, y su obra “Zugzwang” (Mención Honorífica) forma parte de la publicación “Premio Provincial de Dramaturgia Teatral 2017” (Agencia Córdoba Cultura). A la vez, su obra “La señora del fuego” quedó seleccionada en la convocatoria de la Municipalidad de Córdoba 2021 (FEATEC), y su trabajo titulado “Tiempos de Carnaval” fue Primera Mención en el “Concurso Provincial de Periodismo Rodolfo Walsh”.

Presentación 

El libro se presenta  e lunes 21 a las 16.30, en el aula A1 de la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Con Música y relatos de Hugo Ortiz, Silvia Monserrat y Laura Ortiz. Proyección de videos. Coordinación de Alejandra Gómez.