Giselda Guzmán dirige el comedor y merendero Nuestros derechos en el barrio Villa Urquiza de la ciudad de Córdoba. Allí, la mujer abre su propia casa para los chicos que allí asisten a alimentarse, unos 150 en total.

En el merendero se recibe a chicos de todas las edades hasta 17 años, con los que Giselda tiene una promesa: les da la merienda, y la comida los días viernes a cambio de que vayan a estudiar a la escuela, que queda cerca del comedor.

"Es duro, porque no tengo ayuda del gobierno, solamente de la gente. Le pido que me ayude con mercadería. Y de vez en cuando me ayuda la gente. Es difícil, pero es difícil decirle a un niño que no tengo (comida)", relata Giselda

Cuenta que nació en Villa Urquiza y desde chica trabajó en el carro, hizo ladrillos y cortó pasto para ayudar a su familia. "Nos faltaba el plato de comida, si mi papá no salía (con el carro) no teníamos qué comer. Así empezamos. Después me robaron el caballo pero seguí adelante. Después quedé embarazada de mi hija y fue difícil, porque nadie te da trabajo con una hija. Entonces me puse a barrer veredas en el Cerro, cuidar autos en la iglesia en Urca, pedí casa por casa y después empecé el comedor", relató.

Giselda se muestra feliz cuando cuenta que el año pasado pudo terminar el colegio secundario con el plan Fines. Y que está esperando el analítico para seguir estudiando.

Además, cuenta que los adolescentes que van al comedor le piden trabajo. Pero que no tiene cómo pagarles. "Si pudiera, me gustaría hacer talleres de oficios y clases de apoyo, pero como somos un montón no entramos en casa. Para que salgan adelante las chicas, que no busquen solamente pedir. Pero para eso necesitamos lugar", apunta.

"Me gustarían cursos de costura, de todo, para salir adelante. Lo que yo no tuve, que ellas lo tengan y vean otra forma de enfrentar la vida", define Giselda

"Ahora estoy juntando los útiles para los niños, que son más de 150. Les prometí, porque mi promesa es que ellos vayan al colegio y yo cumplirles con la merienda y con la comida los viernes. Estoy buscándoles, porque me dicen que no van al colegio porque no tenían con qué ir", relata.

Y apunta que las mujeres de su barrio la están pasando muy mal. "Cada vez que yo las escucho es como repetir mi vida, es como decir 'yo lo pasé'. Hay muchas mamás con hijos, solteras y sin trabajo; y no saben qué hacer. Venden lo último que tienen para sacar adelante a sus hijos. Es muy difícil, me gustaría mucho ayudarlas y por eso quería hacer los talleres, pero necesitamos el salón grande para eso", proyecta.

La mujer describe que los jóvenes de su barrio, para ir a la escuela, "hacen mucho esfuerzo. Les faltan maestras particulares, clases de apoyo. Pero hacen el esfuerzo día a día para ir, aunque sea con un lápiz, pero van. La escuela queda de mi casa a dos cuadras, entonces antes de irse a su casa pasan por el comedor, se quedan ahí y después se van. Entonces mi meta es cumplirle a ellos, tenerles preparadas su merienda", refiere.

"Mi deseo es que en Córdoba haya trabajo y que vean más allá, que hay gente que realmente necesita", expresa Griselda

La mujer apela a la solidaridad de los cordobeses para construir el salón. "Se puede ayudar con materiales para hacer un salón grande, para darles clases de apoyo, talleres a las chicas para que puedan salir adelante con sus hijos. Mercadería: azúcar, yerba, fideos, puré de tomate, aceite, carnes, verduras, todo lo que sirva; útiles para los chicos, porque algunos no empezaron (las clases) porque les faltan los útiles", pide.

Para colaborar, comunicarse al teléfono celular (351) 748-3490.