La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha calificado el estado del empleo mundial como “altamente incierto”. El organismo no prevé una recuperación en el corto plazo y estimó una baja de 400 millones de puestos de trabajo provocados por el avance la enfermedad.

La previsión para lo que resta del año se ha agravado. Las cifras de la OIT son aproximaciones a un drama laboral, social y económico mayor a cualquier crisis ocurrida durante el siglo XX. Para el organismo dependiente de la ONU, que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1969, los seis meses que quedan del año serán “significativamente peor que lo estimado previamente”, siendo América el continente más golpeado.

La pandemia tiene un impacto inédito en los mercados de trabajo de América Latina y el Caribe. El aumento de la desocupación, empujado por la imposibilidad de generar oferta de empleo, causará una mayor desigualdad y pobreza, de acuerdo al análisis de la OIT que fue divulgado este 1 de julio.

La tasa de desocupación promedio de la región se encontraba en 8,1% a fines de 2019. Ahora, mientras la evolución del coronavirus continúa su carrera impredecible, podría subir entre 4 y 5 puntos porcentuales según los datos recopilados por la oficina de la OIT para las Américas. Pero si la crisis continúa agravándose, en un contexto de imposibilidad de contraer deuda y de dinámicas donde aún impera el distanciamiento, la situación y los porcentajes podrían dispararse.

A nivel mundial, la previsión en la reducción de empleos calculada por la OIT (la contracción de horas es el parámetro que usa el organismo para calcular la pérdida de puestos) había sido en el primer trimestre de 305 millones. En el informe titulado “Panorama laboral en tiempos de la Covid-19: Impactos en el mercado de trabajo y los ingresos”, publicado este 1 de julio, el número ha sido actualizado: supone un aumento de un tercio en comparación a los primeros tres meses de 2020: una reducción total de 400 millones de empleos a nivel mundial.

Las consecuencias económicas del virus se están sintiendo de manera desproporcionada, como era de esperarse, en los menos acomodados, los de por sí ya pobres antes de la pandemia y las minorías. Este proceso conlleva una profundización de las desigualdades sociales. Si bien algunos empleos volverán, como está pasando por estos momentos en Córdoba, donde servicios como gimnasios y el circuito gastronómico parecen pronto a rehabilitarse, la débil demanda podría persistir en muchas industrias y rubros.

“En la actualidad, la mayor cantidad de restricciones que afectan a trabajadores y lugares de trabajo se producen en las Américas”, detalló la OIT.

La diferencia de género atraviesa todos los ámbitos y dinámicas 

La pandemia ha tenido un “efecto desproporcionado y perjudicial” en las trabajadoras, que suelen estar empleadas en sectores duramente golpeados como la alimentación, hotelería y atención al público. Además de recaer sobre las mujeres la casi totalidad de tareas de cuidado, también son las que mayoritariamente realizan trabajos en el área de servicio, muchas de ellas de manera informal.  En la ciudad de Córdoba las empleadas domésticas, nucleadas en el sindicato SINPECAF, están expectantes ante la posible habilitación para volver a la actividad.

Según la OIT, las mujeres son las que más sufren la crisis de empleo desatada por el coronavirus.

La pandemia paró el mundo

Cerca del 93% de los trabajadores mundiales sigue viviendo en países afectados por algún tipo de restricción laboral, señaló la OIT.

Para el organismo las mujeres, los jóvenes y trabajadores informales necesitan un apoyo específico para evitar que las injusticias existentes continúen agravándose. La OIT pide una mayor solidaridad internacional para ayudar a los países en desarrollo a través de medidas como el alivio de la deuda. Estas cuestiones atañen de lleno a la Argentina, en plena renegociación por el canje de deuda extranjera.

La OIT ha propuesto que las estrategias y las políticas para reconstruir los mercados de trabajo deben apoyarse en cuatro pilares: estimular la economía y el empleo; apoyar a las empresas y los ingresos de los trabajadores; proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo; y lograr soluciones eficaces mediante el diálogo social. En síntesis, una mayor presencia del Estado.

Fuente Organización Internacional del Trabajo