Pablo quería darle una sorpresa a su padre. Don Juan José Giesenow, cumplía años y no esperaba la visita de alguno de sus hijos. Por eso el 22 de enero de 2015 Pablo subió a su auto, en Córdoba Capital, para recorrer 2000 kilómetros hasta la provincia de Santa Cruz. Pensaba pasar unos días con él, a solas, y regresar. 

Tenía 37 años, dos hijos adolescentes, una carrera de abogado y n puesto en su equipo de fútbol, con el que competía en torneos amateur. 

Ese día llevaba un GPS en su Chevrolet Astra. Pablo pensaba llegar de día a La Pampa y hacer noche allí. Pero algo falló. El GPS no respondió y terminó perdido. En ese contexto pasó lo que pasó: era de noche, llovía y a 20 kilómetros de Santa Rosa su auto patinó sobre el asfalto inundado, hizo trompos y pegó contra él guardaría, que le amputó las dos piernas, como una guillotina a a altura de las rodillas. 

Don Juan José cumplió años dos días después. “Si que le di una sorpresa”, contó Pablo en una nota reciente a Infobae. Juan José era médico y había sido intendente de Viamonte durante 20 años. Pero en 1997, luego del suicidio de una de sus hijas, se retiró ara vivir en la Patagonia, más precisamente en Las Heras, Santa Cruz.

Pablo estuvo apenas cuatro días internado en La Pampa, otros pocos en Córdoba. Dos semanas después del accidente empezó a hacer rehabilitación y a los 45 días volvió a trabajar a su estudio.

“Pensaba en objetivos domésticos: pararme para lavarme los dientes, para lavarme la cara, caminar. Y los objetivos van creciendo”, decía en 2017 ante las cámaras de Canal 10. 

Su nueva vida encontró impulso en el deporte. De correr en las canchas de fútbol, pasó al atletismo. Logró pararse con prótesis ese mismo año y, dos años después del accidente, empezó a correr con unas similares a las que usaba el atleta sudafricano Oscar Pistorius, hoy preso por el femicidio de su novia.

Desde diciembre de 2019 es además Director de Protección de derechos de personas con discapacidad en la Municipalidad de Córdoba. Utiliza sus prótesis al menos una vez por semana para entrenarse para las distintas competencias de todo el país a donde lo invitan a correr. 

El viernes fue a comer a la casa de un amigo a Barrio Quebrada de las Rosas. Estando allí sintió un fuerte ruido en la calle y cuando salió vio que le habían roto el vidrio delantero de su auto. Dentro, tenía una mochila chica, donde tenía los elementos para ir al gimnasio, pero ya no estaba. Lo peor fue que, al abrir el baúl, faltaba también su mochila de alta montaña, donde guarda las prótesis que utiliza para correr. 

El sábado las prótesis aparecieron tiradas en la calle en Barrio Chateau Carreras. Las encontró un delivery, que se las acercó a una rotisería. Al enterarse de la noticia, el dueño se comunicó con Pablo.