Después de que la Justicia de Estados Unidos rechazara revisar nuevamente el caso del cordobés Víctor Hugo Saldaño, la única esperanza de vida que le queda al condenado de matar a un ciudadano de aquel país en 1995 es que “por razones políticas” el Estado de Texas acate el pedido de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que instó al gobierno de ese país para que “cumpla con las recomendaciones emitidas en relación con los derechos humanos” y se le conmute la pena.

Sin embargo, las pinzas de la venganza estatal rodean al exvecino de barrio SEP y el argumento de la CIDH, que “Estados Unidos es responsable de violar los derechos a la vida, libertad y seguridad, integridad, igualdad ante la ley, a un juicio justo y a la protección contra la detención arbitraria”, parecen difíciles de ser escuchados por una estructura como la de Texas dispuesta a todo por matar.

Datos duros

Si el periodismo fueran sólo los “datos duros” detrás de un hecho, podríamos decir que Víctor Hugo Saldaño (cordobés, 47 años, morocho, latino, exvecino de barrio SEP de Córdoba) será asesinado por el Estado de Texas en un día de 2020.

Si el periodismo fuera sólo datos duros diríamos que la ejecución se concretará 25 años después del crimen cometido por Saldaño en el año 1995. Si el periodismo fueran sólo datos aclararíamos que la víctima del cordobés se llamaba Paul Ray King.

Es más. Si fuéramos fríos como el Estado asesino de Texas diríamos (no sin algo de perversión) que antes de matar a Saldaño el estado de Texas tiene “mucho trabajo por hacer” como por ejemplo a Travis Runnels (47) el 11 de diciembre de este año y después a John Gardner (63) el 15 de enero de 2020 y también al mexicano Abel Ochoa (46) el 6 de febrero del mismo año y a otro mexicano Oscar Trevino (44) el 11 de marzo de 2020 y más tarde (el 20 de abril) a Billy Joe Wardlow y recién después de eso tendrá tiempo para Víctor.

Parece suficientemente cruel, pero tratándose de Texas y del país más cruel del mundo (EE.UU)  con los mayores índices de inseguridad, de consumo de drogas y de muertes en sus espaldas, siempre se puede ser más cruel. Por ejemplo, el argumento principal por el que se condenó a Saldaño en 1996 fue que era latino y, como todos sabemos (esto dijo un Filipino que fue testigo en ese juicio) “los latinos son propensos a matar”. Aunque ese argumento sirvió para anular esa condena y para sancionar una ley que se conoce en Estados Unidos como “ley Saldaño”, lo cierto es que si se suman negros, latinos, asiáticos y aborígenes, el 60 por ciento de los asesinados en Estados Unidos son de esas razas.

Pero ya que estamos, seamos un poquito más crueles y digamos que, cuando le llegue el turno, a Saldaño primero lo van a atar a una camilla, después le van a poner unas agujas, más tarde le van a inyectar Pentotal Líquido (si es que no se acaba, porque en Arkansas esa droga escasea y el Estado ha anunciado que si esa droga caduca, seguirían ejecutando aunque eso haga más doloroso el proceso), que después le aplicarán por la misma vía Bromuro de Pancuronio y finalmente Cloruro de Potasio.