Cada vez más argentinos admiten incurrir en el sexting, denominación que recibe el intercambio de fotografías de contenido sexual o erótico, generados por los propios usuarios, a través de medios tecnológicos.

No se trata de una actividad flamante. Su realización es posible gracias a la universalización de Internet y la proliferación de dispositivos móviles dotados de cámaras que permiten registros cada vez más precisos.

Sin embargo hasta aquí la práctica parecía exclusiva de personas arriesgadas. Al menos, aquellas que se animaban a hacer pública una práctica esencialmente privada y cuya admisión suele motivar a burlas similares a las que amerita la práctica de la autosatisfacción sexual.

Pero, durante el extendido período de confinamiento a que obliga la pandemia de la cuarentena, la práctica del sexting aparece como una opción valedera para concretar deseos y satisfacer una arista esencial de la vida humana.

Pocos días después de establecido el aislamiento social, preventivo y obligatorio, desde el Ministerio de Salud de la Nación alentaron la práctica del sexo virtual. Funcionarios destacaron que es una forma de preservar el aislamiento y evitar posibles contagios.

Cuidados

Como toda práctica mediada por tecnologías el sexting requiere una serie de cuidados para evitar la difusión indebida del material que intercambian las partes.

La filtración de fotos o videos, o directamente su robo, puede dar lugar a la práctica extorsiva denominada como sextorsión.

"Lo que tenemos que ver es cómo ese derecho es utilizado por cada grupo de personas para cuidar su salud sexual, la intimidad, para elegir qué se muestra y a quiénes", indica Silvia Aguirre, licenciada en Psicología y especialista en Sexología.

"Hemos implementado la tecnología en nuestra sexualidad. Pero así como hoy, al momento de entrar a nuestras casas tenemos que tomar un montón de medidas de higiene y seguridad lo mismo debemos hacer al momento de sextear. Estamos abriendo lo más íntimo que tenemos, que es nuestra desnudez", afirma la abogada Silvina Lemos, integrante de Minka, colectivo que aborda problemáticas que vinculan el derecho y las nuevas tecnologías.

"En primer lugar tiene que existir un acuerdo previo. También es muy importante que cuidemos los detalles. Es decir, evitar mostrar el rostro o cualquier marca que nos pueda identificar. También eliminar los metadatos y fundamentalmente utilizar aplicaciones seguras. Hoy la más recomendada es Telegram. Tenemos que ser muy conscientes que llegado el caso que una foto o video sea divulgada, el contenido se puede borrar pero no se olvida", sentencia Lemos.

Consejos

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