Roberto José Carmona es un psicópata incapaz de sentir empatía ante el sufrimiento ajeno. Tampoco lo creo capaz de abrigar remordimientos y claramente (como lo describieron los psicólogos) es un manipulador metódico y bastante perverso, además de un asesino. Tuvimos varias conversaciones telefónicas a lo largo de 2007 y 2008 y nos conocimos personalmente durante una siesta calurosa de aquel octubre en el penal de San Martín. Ese día confirmé también que, además de todo, Carmona es una víctima perfecta del sistema.

La última vez que hablamos fue por teléfono, me dijo que yo era una mierda y que lo había traicionado. El enojo era porque, aunque no me quiso dar la entrevista que habíamos pautado, lo mismo escribí sobre nuestro encuentro y para él esa crónica era una traición. En ese texto contaba además dos cosas que siempre negó:

1. Que antes de matar a Gabriela Ceppi, la violó. Algo que siempre evitó confirmar porque no quería ser considerado un “violín” en la cárcel.

2. Que en una entrevista con Liliana Licitra, la psicóloga que lo entrevistó después de su captura en 1986, ella le preguntó por qué la mató y él le confesó: “al escuchar los ruegos de Gabriela sentí que quien rogaba era yo mismo. Por eso disparé”.

El tercer enojo lo pinta de cuerpo entero. Él quería ser tratado como una especie de intelectual del crimen (le gusta decir que lee mucho y eso es falso). Para demostrarlo me dijo una frase como si fuera suya: “Yo soy todo lo que ustedes quieren que sea, pero ustedes no saben quién soy”. En la crónica conté que esa frase no le pertenecía, sino que era Charles Manson el líder de “La Familia”, la secta que asesinó entre otros a Sharon Tate a fines de la década del 60 en Los Ángeles. Manson no sólo inspiró a Carmona, sino también a muchos otros como Quentin Tarantino para la película “Érase una vez en Hollywood”, que ficcionaliza aquellos homicidios.

Historia de Roberto José Carmona (parte I)

La frase intelectualosa era su argumento para no darnos la entrevista que habíamos ido a hacer para el suplemento Casos Policiales del diario Día a Dïa. Junto a Juan Pérez Gaudio, mi compañero en aquel suplemento, lo escuchamos decir que los periodistas siempre manipulábamos sus palabras, pero lo que realmente le molestaba era no poder manipularnos a nosotros. Era la segunda vez que íbamos y por segunda vez también -cuando ya teníamos todo montado- se negaba a que grabasemos o filmasemos la charla. Estábamos en una habitación cerrada y la única seguridad era la de un guardia penitenciario que era la mitad de ancho que Carmona y que, cuando empezamos a insultarnos, parecía más asustado que nosotros. Juan Pérez Gaudio recordó hace un rato en twitter, los nervios que pasamos cuando nos dimos cuenta de que la persona a la que yo estaba insultando era ni más ni menos que el emblemático Carmona que ya había asesinado a tres personas.

Podrían decirse muchas cosas. Para los cabuleros en tiempos de mundial vale recordar que Carmona fue noticia en 1986. En Enero de ese año mató a Gabriela y en febrero, fue capturado. Ayer los periodistas parecían sorprendidos de su “raid” al subir a un auto, chocar y provocar una muerte para después subir a otro antes de ser recapturado. En realidad no es sorprendente, hizo lo mismo que hizo para escapar desde Córdoba a Santa Fe en una fuga efímera que duró varias semanas en 1986.

Hablando de asesinos seriales, Carmona es una de las personas de este país que permanecen privadas de su libertad porque se les ha aplicado la “reclusión de accesoría por tiempo indeterminado”. Otro de ellos es ni más ni menos que Robledo Puch. A decir verdad ambos han pagado sus penas (aun teniendo en cuenta los dos homicidios en los que participó Carmona después del de Gabriela). Sin embargo, cómo nunca tuvieron tratamiento penitenciario, permanecen presos por esa accesoría pese a que la Corte Suprema de Justicia de la Nación la ha declarado inconstitucional.

Historia de Roberto José Carmona (Parte II)

Si uno repasa la vida de Carmona desde que ingresó al orfanato público donde lo abandonó su madre, antes de cumplir 10 años hasta hoy, se encuentra con que pasó más de 46 años de su vida privado de su libertad. En la cárcel de San Martín lo tenían encerrado en la pajarera a la que llamaban la lorera (ver video) como si fuera un animal de circo. Conoció las cárceles de Olmos, Sierra Chica, San Nicolás, San Martín, Chaco, La Plata y Coronda. Hoy, ya pasados los 60 años sería bueno preguntarse qué hizo el sistema para ayudarlo a ser un ser humano.

Carmona morirá preso, pero me atrevo a apostar que todavía le queda ser nuevamente noticia. Al menos una vez más.