La Cámara Nacional del Trabajo confirmó que la empresa Telefónica deberá indemnizar a una extrabajadora travesti que se desempeñó como telemarketer de un call center tercerizado por la compañía de 2007 a 2012. Tras sufrir maltratos por su género, fue despedida sin causa.

Seis años después, Rubí Duarte es notificada de esta decisión: la empresa deberá pagarle una indemnización de ley agravada por daño moral. Es el primer fallo laboral por discriminación hacia una trabajadora travesti.

"Fue muy emocionante cuando salió el fallo. Toda la vida tuve que naturalizar tantas cosas que ya no creía que la Justicia iba a estar de mi lado", dijo la mujer en una entrevista a Tiempo Argentino, que cuando ingresó como vendedora a la empresa Action Line tenía 24 años.

La joven relató: "Me miraban diferente, como si fuera una extraterrestre. Pero enseguida pasaron a los chistes. De pronto en una reunión los supervisores me llamaban con mi nombre masculino delante de mis compañeros. Después empezaron a presionarme con que tenía que presentarme como varón con los clientes, cuando en realidad yo decía que llamaba desde Telefónica, simplemente, sin aclarar, y los clientes me trataban como mujer". Rubí, que vive en Morón, provincia de Buenos Aires, está casada y es ama de casa. No volvió a trabajar desde entonces y casi no se anima a salir a la calle sola.

El baño también fu un tema de conflicto. Rubí contó que, por miedo a que la sancionen por ir al baño de mujeres y no quería ir al de varones, se contenía durante las seis horas de trabajo o usaba los minutos que le otorgaban para la hora del almuerzo para acercarse hasta algún bar.

Recién en 2012 nació la Ley de Identidad de Género, mientras tanto Rubí participaba en reuniones con activistas del sector.

Por el "problema" que para la empresa suponía su nombre, la trasladaron del sector de atención al cliente hacia tareas administrativas. Ahí estuvo hasta que en 2012 inició el trámite para obtener el cambio de género. "Se intensificó el maltrato. No me querían cambiar el horario para que pudiera hacerlo y, cuando finalmente lo obtuve, se negaron a cambiar mi nombre en el sistema y en el recibo de sueldo. Fue la peor etapa", relató.

En medio de esa tensión le dijeron que se quedaba sin trabajo porque su sector cerraba; algo que, se demostró luego, no era cierto. "Entré en crisis, tuve un colapso y terminé internada bajo tratamiento psiquiátrico. Empecé una depresión de la que aún no salí, porque perder el trabajo es duro para cualquiera, pero para una persona travesti… Me acordé de la médica que a los 14 años me dijo que me iba a morir a los 30".

Meses después, cuando fue a tramitar su seguro de desempleo, se enteró de que no la habían despedido. En términos formales, la suya aparecía como una "baja por incapacidad".

El abogado laboralista Nahuel Altieri, que ha llevado varios casos de trabajadores de call center destacó que Rubí "era una excelente trabajadora, buena vendedora y muy querida por sus compañeras y compañeros, quienes lo declararon en el juicio".

Además de la discriminación, "cometieron actos gravísimos como hacerle firmar, bajo presión y mientras estaba en tratamiento psiquiátrico, un acuerdo que se demostró apócrifo. Otro hecho grave: le descontaron el día de trabajo cuando fue a hacerse el nuevo DNI, algo que la Ley de Identidad de Género prohíbe", agrega Altieri.

"El fallo de primera instancia fue realmente ejemplar: el reconocimiento de la discriminación y la indemnización por daño moral van a servir para encuadrar un montón de otros casos", explica Altieri, convencido de que el de Rubí sentará precedentes.