- Queremos hacer cosas... Me cuesta un poco aún.
- ¿Qué es lo primero que pensás hacer?
- Queríamos ver si podíamos cambiar el auto, tenemos uno viejito. Ahora con esto ya no hay que hacer declaratoria de herederos. Ya mi marido dejó de ser viudo. Le cuesta un poco entenderlo, pero ya dejó de ser viudo.

Isabel Carvajal ríe. Elige reír. No parece nerviosa, pero en ningún momento deja su Documento Nacional de Identidad (DNI). Lo toma de un vértice, luego de otro. Lo encuadra para la cámara. Ese rectángulo de 9.6 centímetros de ancho por 6.4 de alto vuelve a cumplir su función. No sólo para ella. Más importante aún, para toda la sociedad. Tres décadas después, puede volver a actuar como una persona con derechos.

Finalmente, tras una larga serie de reclamos, el Registro Nacional de las Personas (RENAPER) le ha enviado la documentación que acredita su denominación.

Muerte doble

Isabel celebró ya 55 febreros, tres nacimientos y un matrimonio. Es empleada doméstica y aún acumula planes por realizar. Pero por 31 años no ha podido mucho más que reclamar la restitución de su identidad oficial.

En 1987, gracias a una consulta al padrón electoral, advirtió que alguien se llamaba exactamente como ella y vivía en Río Cuarto. Peor aún, aquella persona, para ser tal, había asumido por completo su identidad. Desde entonces, Isabel exigió que se le reconociera existencia, ni más ni menos.

En 2.000 alguien le contó que la "usurpadora" había tomado su nombre y apellido completo para realizar fraudes. Pero sin acción de la Justicia, Isabel seguía sin ser sujeto en pleno ejercicio de derechos. Tampoco para acceder a créditos, claro está.

El caso, "típico de usurpación de identidad" en palabras del abogado Carlos Nayi, se agravó en 2011. La "otra Isabel" murió, llevándose consigo el nombre de ambas. Una muerte para dos ausencias.

"Para la sociedad y para la Justicia estaba muerta. Un caso de clonación de identidad. Hoy se han fortalecido las medidas de seguridad", aclara el letrado.

"Estoy feliz. Peleábamos por esto. Había muchas cosas que no podíamos hacer, porque yo no existía. Cosas básicas, como hacer una compra, salir del país, yo no podía hacerlas. No figuraba. Ahora entré al sistema", sentencia Isabel.

Tras 31 años, Isabel recuperó su identidad