Cuando arribas al aeropuerto de Barcelona, y tras pasar por migraciones y el control de Covid-19 (te exigen cuatro vacunas y un test negativo que te conviene llevarlo desde Córdoba porque en Buenos Aires te cobran más de siete mil pesos argentinos) podés comprar un pase en el transporte por cuatro días cuyo costo es de 31 euros, que te da derecho en forma ilimitada a tomar el Metro y el bus cuantas veces quieras.

Caminar durante tardes calurosas te puede costar muchos euros. Si bien hay lugares donde no hay otra opción que caminar, como las ramblas o el barrio Gótico, el metro te lleva rápido y efectivo a distintos puntos emblemáticos de la ciudad.

La sugerencia es un mix en esos cuatro días entre las playas, arena y agua con toda la cultura que tiene Barcelona. Visitar la obra de Antoni Gaudí es algo prioritario. Obras como la Iglesia de La Sagrada Familia, La Pedrera, Casa Batlo y el Parque Güell.

Foto Gustavo Arnoldt.
Foto Gustavo Arnoldt.

Claro que para visitar todas estas obras hay que pensar en más de 100 euros, pero sobre gustos no hay nada escrito. Para las playas la recomendación es ir temprano o a las 18 horas cuando el sol no te destruye la piel, aquí en esta época del año hay sol hasta casi las 21, así que con tres horas de playa es suficiente, si no querés quedar derretido al sol, comprando protectores y cremas para que se te pase la insolación, máxime si venís desde Argentina donde las temperaturas no pasan los 10 grados.

Para dormir en un hostel compartiendo la habitación con 23 personas (y el baño obviamente también) tenés que pensar en 22 euros por día, y de ahí hasta 150 euros por día. Hay paseos gratuitos y bonitos como caminar por las ramblas y el barrio gótico, donde uno se puede recrear la vista con las distintas etnias que recorren la ciudad.

La Catedral de Barcelona merece una visita. La historia cuenta que fue profundamente deteriorada por Almanzor, cuando este caudillo árabe incendió y destruyó la ciudad, se mantuvo en pie hasta 1046, año en que el conde de Barcelona, Ramón Berenguer el Viejo y su mujer Almodis, con el obispo Guislabert, iniciaron la construcción de otra Catedral, la denominada Catedral románica. Esta segunda catedral fue consagrada el 18 de noviembre de 1058 por el arzobispo Wifredo, metropolitano de Narbona.

Encima de los cimientos de la primitiva basílica paleocristiana, y de la Catedral románica posterior, se construyó la actual Catedral de estilo gótico. Las obras se iniciaron el 1 de mayo de 1298, durante el pontificado del obispo Bernardo Pelegrí y el reinado de Jaime II de Aragón, el Justo; y fueron prácticamente finalizadas a mediados del siglo XV, en tiempos del obispo Francisco Clemente Sapera y siendo rey de Aragón Alfonso V.

Y después de ir a la Catedral, sólo para paladares exigentes, una visita ineludible es el Restaurant Estruch, donde las tapas y el pulpo a la gallega a las brasas es una invitación al éxtasis.

Acompañado de parmentier (un puré de papas exquisito) el pulpo muy tierno por cierto te deja encantado, máxime si lo acompañas por una copa de sangría de cava. Deliciosa porque se notaba que estaba en reposo, con el azúcar y otras frutas además del licor de country, que es un manjar para el paladar.

Foto Gustavo Arnoldt.
Foto Gustavo Arnoldt.

Luego la opciones de la noche en Barcelona son amplias y variadas, pero con 10 euros podés entrar a una Disco o un pub; ahora, las de lujo cuestan 25 euros. En fin, será cuestión de vivir y vibrar, de eso se trata la vida….