Con cerca de 30.000 habitantes Altea es un lugar distinto desde la perspectiva cultural y turística en España. En primer lugar, Altea se caracteriza por contar con calles empedradas y casitas blancas que se van sucediendo una tras otras, al encuentro con la historia. Muchos la llaman la Santorini (Grecia) de España.

Una de las puertas de acceso es las viejas murallas de Altea, el llamado Portal Vell o Puerta de Valencia. Esta maravillosa construcción nos permite acceder hasta una de las calles más bonitas del centro de la ciudad, donde predominan turistas de Noruega, Rusia, Alemania e Inglaterra.

En la actualidad, sólo quedan dos puertas de acceso a Altea, la que acabamos de mencionar y la del Portal Nou o Puerta del Mar, donde se conservan algunos lienzos de la muralla renacentista bien integrados en el conjunto arquitectónico actual.

En la principal calle de Altea, San Miguel 13, encontramos a un mendocino simpático que es el propietario del Restaurant Amiramar. “Después de la pandemia nos estamos recuperando, y ahora estamos en temporada alta y vivimos al lado del restaurant, para atender las necesidades de los clientes, así que tenemos carnes, pescados a las brasas y hasta fernet si lo querés acompañar”.

Realmente sorprendido, porque no es común encontrar fernet en esos lugares de España, escuchamos atentamente el testimonio de José Julio Garrafo González.

Mientras degustamos un pescado inyectado con almendras, el mendocino destacó la visita a la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, el gran símbolo alteano. Un maravilloso templo visible casi desde cualquier parte de la localidad y rematado por dos maravillosas cúpulas de tejas azules que le dan el sobrenombre de Cúpula del Mediterráneo.

Este magnífico templo fue construido en el siglo XIX sobre otro de menor tamaño y en un marcado estilo barroco.

Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, el gran símbolo alteano. Foto TripAdvisor.
Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, el gran símbolo alteano. Foto TripAdvisor.

Para perderse callejeando por el casco histórico hay que recomendar pasear por la calle de Santa Bárbara, la calle de San Miguel (donde está el Restaurant Amiramar), y la Bonavista.

Otra opción para conocer es encontrar una preciosa iglesia ortodoxa de madera en mitad de la costa alicantina, hay una historia detrás de la construcción de este templo. Fue levantada casi en su totalidad con materiales traídos directamente de Rusia, está considerada como la primera iglesia ortodoxa de España y el inicio de su construcción se produjo en el año 2002.

Solo hay que ver la blancura de sus construcciones y las dos cúpulas azulísimas y brillantísimas de su iglesia parroquial para recordar un viaje que se complementa con un mar de un azul inmenso en el horizonte, que sirve de postal para sacar las mejores fotos que seguramente quedarán en la retina de los visitantes.

Un plato del Amiramar. Foto Gustavo Arnoldt.
Un plato del Amiramar. Foto Gustavo Arnoldt.

Cómo llegar

Desde Alicante se puede tomar el tren que durante junio, julio y agosto es gratis (sí, leyó bien, por fin algo gratis en España) los días domingos hay algo más de una hora, hay que bajarse cuatro estaciones pasando Benidorm y caminar para arriba ya que Altea está enclavada en la montaña, así que no hay otra opción que caminar.

Altea está ubicado entre dos ciudades más grandes, ellas son Benidorm y Capea. Por sus calles hay una energía positiva donde la bonhomía de José Julio Garrafo González ratificó cuando nos dijo "acá también tenemos hasta fernet para vos, cordobés". Y bueno, hacía falta combustible después de semejante caminata…

Un mendocino al frente del Restaurant Amiramar.  Foto Gustavo Arnoldt.
Un mendocino al frente del Restaurant Amiramar. Foto Gustavo Arnoldt.

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