Venezuela se encuentra, desde hace un tiempo, en el centro de la escena internacional.

Con una marcada hiperinflación, el eje en sus reservas de petróleo, una emigración creciente y un Gobierno reelecto por otros seis años y a punto de asumir, marcan el panorama.

En tal sentido, la asunción de Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional (aquella que el Tribunal Supremo del país considera "en desacato"), significa un quiebre para la nueva gestión de Nicolás Maduro, que se renueva este 10 de enero.

En otro punto paralelo está la Asamblea Nacional Constituyente, de mayoría oficialista después de la elecciones de 2017, en medio de decenas de asesinatos en un violento contexto. Hoy, el organismo redacta una nueva Constitución Nacional.

Guaidó, representante del partido Voluntad Popular, convocó al Ejército, en un marco de un país sobre el que refiere "no cuenta con autoridades democráticas", a realizar una "intervención" en contra de la actual gestión.

"Está rota la cadena de mando, al no tener un legítimo comandante en jefe que derive de la soberanía popular”, esbozó, en su asunción, asumiendo que llega tiene como misión "el rescate del país" y una nueva convocatoria "a elecciones libres".

El pasado 20 de mayo, Maduro fue reelecto con el 67% de los votos para ejercer la presidencia venezolana hasta el año 2025, aunque (en circunstancias similares a Brasil) el impedimento de participación de opositores fue severamente cuestionado.