En Punta Colorada, Río Negro, se hará hidrógeno verde. Pero, ¿cuán verde será el hidrógeno? El doble estándar de la Unión Europea en el contexto internacional de pandemia, guerra, cambio climático y crisis energética, dota de claroscuros al proyecto de hidrógeno verde en la provincia patagónica.

Antes de analizar los detalles de este proyecto en particular, repasemos cómo se produce el hidrógeno verde en general. Es decir, ¿Cuándo es verde? Por un lado, el hidrógeno (H2) puede producirse a partir de hidrocarburos (CxHy), tal como ocurre en el reformado de gas metano (CH4). Este se denomina hidrógeno negro, porque en el proceso se liberan monóxido de carbono (CO) y dióxido de carbono (CO2), los principales gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático. Si existe una tecnología para capturar estas emisiones, pasa a llamarse hidrógeno azul. Y si, en cambio, el hidrógeno se produce mediante electrólisis de agua (H2O), es decir, dividiendo la molécula de agua utilizando electricidad proveniente de energías renovables, se denomina hidrógeno verde. El hidrógeno verde es, entonces, aquel hidrógeno que se obtiene al dividir la molécula de agua con energía eléctrica renovable.

¿Y cómo será el proyecto anunciado por el Presidente en noviembre del año pasado, en el marco de la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26)? El martes pasado, en Bariloche, autoridades del Gobierno de Río Negro, el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación y la empresa australiana Fortescue Future Industries (FFI) presentaron el equipo tecnológico encargado del proyecto de hidrógeno verde en Punta Colorada, Sierra Grande, ante académicos, científicos, funcionarios y empresarios del país especialistas en la materia. Luego de un intercambio con expertos locales, y mostrando intención de interactuar con la CNEA y el INVAP, se pusieron sobre la mesa algunos detalles técnicos del proyecto, el cual se encuentra actualmente en la etapa de pre-factibilidad. Para esta etapa, ya se adjudicó a IMPSA la provisión de 17 mástiles e instrumentos de medición de vientos.

Paralelamente, el mismo martes se presentó el proyecto en la Legislatura de la provincia para ser sometido a una sola vuelta de discusión. Se espera su aprobación para después de Semana Santa.

En el proyecto se contemplan las etapas de desarrollo de una planta de generación de energía, un sistema de transmisión eléctrica, un sistema de suministro de agua, una planta de producción de hidrógeno y amoníaco verde, y un puerto de despacho marítimo. En la siguiente Figura se ilustra la cadena de valor del proyecto.

El doble estándar europeo de lo “verde”

Se sabe que en la Patagonia contamos con los mejores vientos del mundo, tanto en lo que respecta a velocidad y densidad de potencia como constancia, lo cual se traduce en inmejorables factores de capacidad para los parques eólicos emplazados allí. Pero por más constantes que sean, debido a la intermitencia natural de los vientos, tanto diaria como estacional, no se tendría un abastecimiento de electricidad constante a la planta a lo largo del día y del año. Para mitigar posibles interrupciones en la operación y ganar fiabilidad a largo plazo, es decir, para tener potencia firme, se está estudiando la opción de interconectar la planta a la línea de transmisión de 500 kV del Sistema Argentino de Interconexión (SADI), la red eléctrica de tendidos de alta tensión del país.

Como nuestra matriz eléctrica depende de aproximadamente un 60% del gas natural, un 30% de hidroeléctrica, un 5% de energía nuclear y otro 5% de energías renovables (eólica, solar, biogas, minihidroeléctrica), entonces, con un 20% de electricidad proveniente del SADI, podría decirse que el hidrógeno sería 81% verde, verde oscuro, digamos, pero más verde botella que verde petróleo. ¿Y si consideramos al gas natural y a la energía nuclear como verdes en esta carrera de descarbonización? En ese caso, tendríamos un hidrógeno 94% verde, más brillante, un verde esmeralda. Pero también podríamos clasificar a las centrales hidroeléctricas grandes, de más de 50 MW, como verdes. Y entonces tendríamos un hidrógeno 100% verde, totalmente verde, verde trébol, menta, helecho, verde verde.

Pero, quién dice qué fuente es verde y cuál no? En febrero de este año, la Comisión Europea presentó un acto delegado complementario para “acelerar la descarbonización”, en el cual se propone clasificar como verdes a la energía nuclear y al gas natural. Si cuán verde será el hidrógeno depende de una taxonomía climática europea, la cual pretenden cambiar ahora por sus propias urgencias en el contexto geopolítico internacional, ¿por qué nos debería preocupar a nosotros? Al ser Europa uno de los principales mercados de interés de FFI, los avances del proyecto en Río Negro dependen de lo acordado entre europeos, al mismo tiempo que éstos exigen el criterio de “adicionalidad”, es decir, que todo el hidrógeno verde sea producido con electricidad generada en proyectos verdes nuevos, lo cual dejaría abierta la dificultad para que los costos del hidrógeno argentino sean o no competitivos.

Respecto a este tema, Michael Dolan, director de Ciencia y Tecnología de la firma australiana, comentó: “interconectarse a la red existente es una solución técnica, pero tiene complejidades en cuanto a lo comercial y a lo político. En la Unión Europea, hoy hay un proyecto para excluir a aquellos que se llamen “verdes” y tienen mezcla de energías. Se pagaría la energía verde sacándola de otro lado. Hay ambigüedades de cuán verde es. Esto resuelve algunos de los problemas, pero tenemos que tener cuidado cómo se regula, porque Europa es uno de nuestros mercados clave. Es un problema interesante que estamos tratando de resolver”.

En cuanto a la electrólisis, FFI pretende invertir en fabricaciones globales para desarrollar los electrolizadores, pensando en una escala de producción de cientos de GW. La primera inversión de FFI es una Join Venture con una empresa de tecnología de Estados Unidos.

El problema del agua

Ante la preocupación pública sobre el origen del agua para producir el hidrógeno en una provincia donde hay serios problemas de abastecimiento de agua potable, Dolan subrayó: “es una preocupación válida, tenemos el mismo problema en Australia con la sequía. Las tecnologías convencionales de hidrógeno consumen mucha agua, no solo para hacerlo, sino también para enfriarlo en las plantas del proceso. Lo primero que tenemos que hacer es minimizar la cantidad de agua para enfriamiento. Y respecto del impacto ambiental, ¿qué tecnologías podemos desarrollar para que estos procesos se ejecuten minimizando el consumo de agua? Las ciencias ambientales son las que deben encontrar una solución para minimizar este impacto. No queremos crear el problema. Si somos parte de él, tendremos que mejorar las prácticas, dejar un impacto mínimo en los ecosistemas.”

¿Desalinización de agua de mar?

Desde la Secretaría de Estado de Planificación de Río Negro, a cargo de Daniel Sanguinetti, se complementó la respuesta respecto del agua aclarando que se están realizando estudios técnicos y de impacto ambiental de una eventual planta desalinizadora de agua de mar. ¿Cuánto aumentaría en este caso el precio final del hidrógeno? ¿Será competitivo? Respecto de los costos, vale aclarar también que el amoníaco que se producirá a partir del hidrógeno sirve de almacenamiento. Es hoy la forma menos costosa de almacenamiento para transportarlo por barcos.

Y yendo un poco más lejos, cuándo se alcanzará el nivel de factibilidad necesario para avanzar con el proyecto en estos tiempos inciertos y cambiantes del contexto geopolítico internacional? Aun cuando se establezca en la Unión Europea la taxonomía verde para el gas natural y la energía nuclear, ¿será certificado como verde el hidrógeno argentino producido con parte de la electricidad de la red existente, la cual no proviene de proyectos “nuevos”? Una taxonomía y una política del “viejo continente” para el mercado global pueden verse como un mero cambio de colores de fuentes primarias de energía, pero también pueden significar puntos claves para un proyecto estratégico del país.