Los estudiantes universitarios que experimentaron estrés o depresión tendían a consumir alimentos ultraprocesados como respuesta emocional. El consumo sostenido de alimentos como respuesta emocional puede facilitar el desarrollo de síntomas de adicción a los alimentos. 

La adicción a los alimentos debería ser considerada como un factor de riesgo para el desarrollo de la obesidad. La prevalencia internacional de la adicción a los alimentos en adultos se estima en el 14%.

La industria de alimentos ultraprocesados y hipersabrosos contribuye al consumo problemático de alimentos al reemplazar la comida casera y fresca, y al activar regiones del cerebro que regulan la recompensa, la emoción y la motivación. Estos alimentos no generan señales de saciedad y pueden aumentar la probabilidad de desarrollar adicción a los alimentos y, por ende, la obesidad.

Comer por depresión o estrés frecuentemente puede aumentar la probabilidad de desarrollar adicción a los alimentos

La adicción a los alimentos se caracteriza por la pérdida de control sobre la ingesta y la aparición de síntomas de abstinencia, como antojos intensos cuando no se tiene acceso a ellos. La presencia de factores de riesgo o protección puede influir en la probabilidad de desarrollar una adicción a los alimentos, pero no determina el resultado. 

Comer un alimento para consolarse después de un evento estresante no constituye una patología, pero cuando se convierte en un patrón repetido puede convertirse en un consumo problemático con consecuencias negativas para la salud.

 Es importante quitarle el estigma a las personas que se sienten fuera de control con las comidas y reconocer el papel de la industria alimentaria en la creación de productos diseñados para generar adicción.

Medidas para prevenir la adicción a los alimentos

Macarena Fernández, investigadora del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIPSI) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), sugiere que se implementen programas preventivos e intervenciones para ayudar a los jóvenes a adoptar estrategias más saludables de regulación emocional, en lugar de recurrir a alimentos ultraprocesados para aliviar el estrés. 

Fernández propone que las universidades ofrezcan talleres de regulación emocional durante períodos de exámenes y educación nutricional para fomentar el consumo de alimentos naturales y la reducción de los ultraprocesados. También destaca la importancia de la ley de etiquetado frontal vigente en el país, que permite a los consumidores identificar rápidamente los productos con ingredientes perjudiciales para la salud.

Fuente: unciencia.unc.edu.ar