Van a decir que el proyecto “camina lento”. Pero no se estarán refiriendo al devenir de los complejos trámites burocráticos requeridos, sino, literalmente, a las mismísimas protagonistas del proyecto: 40 tortugas de patas rojas que serán liberadas en el Parque Nacional El Impenetrable en las próximas semanas después de ser rescatadas del comercio ilegal de mascotas en Paraguay y transportadas hasta el parque.

Una de las tortugas más grandes de América del Sur, la tortuga de patas rojas o Yabotí (Chelonoidis carbonarius) pobló alguna vez tres provincias de Argentina. Pero la última vez que se vio una de estas tortugas vivas en el país fue en Formosa en 2002. También en Formosa, a unos 60 km de El Impenetrable, en 2016 se encontró un caparazón.

“En otras partes del Gran Chaco, en Paraguay y Bolivia, por ejemplo, todavía es una especie relativamente común”, dice Sebastián Di Martino, director de conservación de Rewilding Argentina. En Argentina, el consumo de su carne y el comercio ilegal de mascotas son dos de los principales impulsores de la desaparición de la tortuga.


“La destrucción generalizada del bosque chaqueño, su hábitat, es otra causa. De hecho, la última población conocida en Argentina vivía en Formosa, donde se arrasó el bosque para sembrar soja”.

Con sus 128.000 hectáreas de reserva protegida con denso bosque nativo, pastizales y humedales, El Impenetrable es el 10° parque nacional en superficie y uno de los más recientemente creados (2014). El más grande (880.000 hectáreas) es también el más nuevo: en 2021 se creó el Parque Nacional Ansenuza, en la provincia de Córdoba.

Las primeras tortugas salen de la cuarentena a poblar El Impenetrable. Video: Fundación Rewilding Argentina


“La razón principal para reintroducir la tortuga de patas rojas es asegurar la conservación de esta especie”, dice Di Martino.
Como el resto de los seres presentes en un hábitat natural, las tortugas también tienen un trabajo fundamental  ayudando a restaurar y mantener la diversidad genética en una región que ha sido una de las más afectadas por la deforestación. “Sobre todo, se trata de recuperar su importante papel ecológico”, agrega Di Martino.

“Se les llama las jardineras del bosque porque, al igual que otras tortugas, las de patas rojas consumen grandes cantidades de frutos nativos y luego dispersan las semillas, contribuyendo a la regeneración de los bosques y la dispersión de muchas especies de plantas, lo que mantiene la variabilidad genética. Ya hemos observado que los ejemplares en cuarentena son consumidores voraces de diferentes plantas nativas”.

Las tortugas llegaron a Argentina desde el refugio de vida silvestre Urutaú en Filadelfia, Paraguay. El proceso no ha sido fácil ni rápido. “Transportar animales salvajes en Argentina es extremadamente difícil”, dice Di Martino. “El transporte internacional y nacional de animales silvestres en peligro de extinción está prohibido en Argentina, por lo que todo transporte para proyectos de repoblación debe hacerse con permisos especiales que demoran meses en procesarse”.

“La importación de 40 tortugas de Paraguay fue un paso importante, ya que fue el mayor transporte internacional de animales individuales en el marco de un proyecto de conservación. Poco a poco estas barreras se están derribando, pero aún queda mucho trabajo por hacer”.

“Además, todos los animales que ingresan a proyectos de reconstrucción deben pasar por una cuarentena rigurosa antes de ser liberados, para evitar la introducción de patógenos indeseables en el medio ambiente. El desarrollo de estas pruebas fue particularmente costoso e implicó una gran cantidad de trabajo por parte de nuestros equipos veterinarios”.

Las tortugas se han mantenido en grupos de 10 en cuatro recintos previos a la liberación durante varias semanas para que se aclimaten. El primer grupo ya ha sido liberado, otro grupo se liberará cada semana para permitir un seguimiento intensivo de la adaptación de los animales al bosque del Chaco. Cada tortuga tiene un dispositivo de rastreo pegado en su caparazón.

Las primeras tortugas de patas rojas salen al bosque del Gran Chaco en Argentina. Imagen: Rewilding Argentina
Las primeras tortugas de patas rojas salen al bosque del Gran Chaco en Argentina. Imagen: Rewilding Argentina

El proyecto ya ha tenido un comienzo inesperadamente positivo, con la noticia de que dos hembras han puesto huevos ya en sus recintos de cuarentena, cavando nidos en el suelo y poniendo al menos cuatro cada una. Los huevos tardan de tres a siete meses en eclosionar, lo que se espera que ocurra entre septiembre y noviembre, con la llegada de las primeras lluvias después de la estación seca.

Los nidos estarán protegidos de los depredadores, mientras el equipo espera a que emerjan las nuevas tortugas. Hay optimismo sobre el futuro de los animales en el parque, siempre que los investigadores puedan seguirles la pista: las tortugas no son tan lentas como la gente piensa y pueden caminar largas distancias en un día, además de que se sabe que se refugian en lugares con muy difícil acceso.

El bosque chaqueño tiene muchas frutas, hojas y cactus para que coman, y casi no hay cazadores furtivos dentro del parque nacional, especialmente en los sitios de liberación. El desafío será monitorear los ejemplares en el bosque cerrado y espinoso.