En su momento fue el propio subdirector de Deportes de la provincia de Mendoza, Federico Chiapetta, quien había traído la cuestión del nombre de los estadios para el Mundial Sub 20.

El paso del “Malvinas Argentinas” a sólo ser mencionado por la ciudad que lo acoge sonaba aberrante.

Sin embargo, el funcionario le había restado importancia. A ese terreno de juegos sólo se lo conoce como epicentro de una puja soberana de cuarenta años.

Que desde la FIFA se haya insistido en que se trataba de una cuestión “protocolar” exasperó los ánimos, pero que la bandera de las islas esté tapada es la gota que colmó el vaso.

Sin embargo, no hubo explicaciones oficiales.

La disputa de la Copa del mundo en la tierra del buen vino tuvo, en las últimas horas, esa imagen: donde estaba el mapa de las Malvinas, que le dan nombre al escenario, ahora hay una infografía del campeonato.

Ahí, a la derecha de la pantalla gigante.

¿Tanto malestar genera para la presencia del seleccionado inglés? Una pregunta que resuena.

En medio del apuro por la organización del torneo, en tierras mendocinas el descontento hacia la inacción del gobernador Rodolfo Suárez y la venia de la Asociación del Fútbol Argentino se sigue multiplicando.