Son cada vez mayores las dudas sobre cómo se financian actividades del presidente que no encuadran en sus obligaciones pero que sin duda representan erogaciones públicas. La más actual es la discusión sobre la profusa lista de viajes que ya acumuló Javier Milei desde su asunción en diciembre pasado.

Y aparecieron dos polémicas extras: la cancelación de la presentación del último libro del presidente en la Feria del Libro y, resuelto el tema con la realización de un “Show” de presentación (anunciado por el mismísimo vocero presidencial), apareció la polémica sobre la “oportunidad”.

Por eso no parece extraño que el Presidente haya considerado apropiado poner algo de luz sobre este peculiar acto.
“¿Cómo pagamos el Luna Park?” se preguntó ayer durante una entrevista en un canal de cable. Y se respondió a si mismo: “La editorial Planeta le transfiere las regalías a una empresa. Al Estado no le cuesta un centavo, como ninguna de mis otras actividades”. 

No precisó el nombre ni la razón social de la empresa y tampoco se le repreguntó.  Sin embargo La Nación asegura en su edición de hoy que fuentes confiables le proporcionaron la siguiente información:

  • El alquiler del Luna Park costó $10.000.000, sin la seguridad y la limpieza.
  • La empresa que abonó el alquiler, en dos pagos, sería Distribuidora Belgrano Norte SRL, conocida como DBN en el mundo artístico.
  • Desde Planeta informaron que la editorial solo selló un contrato con el autor. Es decir, en principio no hay prevista transferencia de dinero alguna desde la editorial hacia DBN, como señaló el Presidente. 

De existir, sería imposible que la editorial no conociese un arreglo de esta naturaleza porque llegado el caso, debería recibir una instrucción formal y documentación respaldatoria, como un contrato o al menos un documento que permita contabilizar la operación. 
Caso contrario, sería razonable que intervenga por lo menos la AFIP ante la posibilidad de que hubiese evasión fiscal o, más grave aún, lavado de dinero.

Los números

En principio, los montos, cuadran. 
Si, como es habitual, las regalías para el autor sobre el precio de tapa ($23.000) son de 10%, el presidente Milei dispondría de $ 2.300 por libro vendido. En el mes en curso, Planeta editó dos ediciones de 5000 y 2000 ejemplares, respectivamente. Una tercera edición, de 3000, fue aprobada para entrar a imprenta y se distribuirá después del show de esta tarde.

Asumiendo que se venderán los 10.000 ejemplares, Milei recaudará 23 millones de pesos.
Suficiente para pagar los 10 del alquiler, más el adicional de limpieza, sonido y luces, que no se conocen.
Eso si, las editoriales liquidan derechos semestralmente. Tratándose del presidente ¿hubo una excepción?. Es una posibilidad; al fin y al cabo, es una celebridad.

Eso si, según la información provista por representantes del Gobierno, los gastos de seguridad correrían por cuenta del Estado. ¿Porque una actividad privada del presidente, que le producirá un lucro personal, será a cargo del erario público?. Interrogante sin repuesta.

Por otra parte, ¿cuál es la naturaleza de la relación entre DBN y el Presidente? 
La sola movilización del dinero en cuentas bancarias supuso un gasto básico para la empresa por el impuesto al cheque, sin contar el gasto administrativo y el reflejo contable. 

¿Existe un contrato oneroso, una deuda documentada o es solo un acuerdo informal? En cualquier caso, cualquier otro contribuyente en esta situación, debería cuidarse de poder responder ante la AFIP por un movimiento de estas caraterísticas. ¿El Presidente no?

DBN, inmobiliaria presidencial

La empresa DBN tiene como actividad principal declarada la venta al por mayor de CD y DVD de audios y videos grabados. No respondió consultas sobre el alquiler. La Nación contactó a uno de los socios de la firma, que no confirmó ni rechazó la intervención de la empresa en el alquiler del estadio para el show del Presidente.

Según consta en la web de la empresa, Distribuidora Belgrano Norte (DBN) es una empresa fundada por la familia Amorena que nació en 1952 y se afianzó diez años después, cuando se ganó “la confianza de las compañías grabadoras”, como indican en su sitio oficial.

En los años 80, DBN abrió su propia división discográfica y empezó a importar material de sellos del exterior como Real World, Hannibal Record, Fat Possum y otros dedicados al jazz, el blues y las músicas del mundo.

En la actualidad cuentan con un catálogo de 250 artistas nacionales propios y una cartera activa de 650 clientes. Su experiencia en la distribución de música la han trasladado al universo de las plataformas.