La camiseta es roja obviamente por su bandera, una de las dos únicas del mundo que no son rectangulares sino cuadradas. 

La otra es la de El Vaticano. Y hablando de religión, la cruz de Suiza, es por el cristianismo. 

Detrás de su fachada de país neutral, Suiza es un país pequeño cargado de contrastes. 

Por empezar, es una amalgama de pueblos e idiomas. 

Están los suizos alemanes, los suizos franceses y los suizos italianos del Ticino. 

A ellos se suman todos los inmigrantes que han hecho de Suiza una sociedad multicultural, y que han ido nutriendo su fútbol y su selección.

Historia de colores: la camiseta de Suiza

Esto genera también contrastes y conflictos. Se recuerda los famosos cruces de repechaje del 2005 con Turquía, cargados de violencia, de rencores históricos y connotaciones religiosas. 

Pero paradójicamente, hoy el entrenador de Suiza es hijo de inmigrantes turcos, y hay varios jugadores balcánicos musulmanes, principalmente de orígenes bosnio, albanés y kosovar. 

De hecho, uno de los partidos con más morbo político será el que enfrente a Suiza con Serbia, repetición del de Rusia 2018, cuando Suiza ganó 2 a 1. 

Los goles fueron convertidos por sus dos estrellas que este año también estarán en Qatar: Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri. Ambos con raíces albano-kosovares. Y la polémica es cómo festejaron sus goles: cruzaron sus manos abiertas en el pecho simulando el Águila Bicéfala, símbolo nacionalista de la guerra contra Serbia que terminó en 2008 con la independencia de facto de Kosovo. 

Por eso, el partido de Suiza contra Serbia será uno de los choques con más tensión política.