Supo decir Luis Adolfo Galván: "El campo de juego temblaba". El gran marcador central de Talleres, ya consagrado campeón mundial, contó alguna vez su experiencia aquel 22 de febrero de 1981, cuando los albiazules desde hacía un par de minutos pisaban el césped de La Bombonera, esperando la salida de su adversario, el Boca Juniors de Diego Armando Maradona en el día de su debut con la camiseta azul y oro.

Esa tarde el estadio boquense explotaba de público y de júbilo. El jovencito que desde hacía varios años insinuaba su condición de mejor jugador del mundo ya era algo propio, patrimonio exclusivo del club de La Ribera.

Maradona hizo honor a la enorme expectativa que había en el fútbol argentino con respecto a su primer partido en el equipo xeneize. Hizo dos goles y repartió virtudes junto a otro gran exponente del equipo que conducía Silvio Marzolini: Miguel Angel Brindisi. Esa iniciación, establecida en un 4 a 1 contundente, tendría como colofón una sufrida vuelta olímpica, todo un acto de distensión tras la persecución implacable en casi todo el torneo de Ferro Carril Oeste.

"Fue un placer haber jugado esa tarde en contra del mejor del mundo, demostró sus condiciones técnicas y no tuvimos suerte porque perdimos y me hizo dos goles, los otros fueron de Miguel Brindisi", expresó Héctor Rodolfo Baley en una charla que mantuvo con la agencia Télam, a 40 años del histórico estreno del astro en Boca. 

Diego había llegado a La Bombonera tras haber representado a Argentinos Juniors, su club de origen, que ya no tenía recursos económicos para poder mantenerlo en su plantel. 

Maradona se incorporó a préstamo a loa xeneizes por un año y medio con opción de compra definitiva en 2.500.000 dólares, más una deuda de 100.000 dólares que Argentinos tenía con una entidad bancaria, otra de 400.000 dólares con la AFA y los 600.000 dólares el porcentaje que correspondía al jugador.

Además, Boca le cedió a los de La Paternal a cuatro jugadores en forma definitiva, Carlos Randazzo, Carlos Salinas, Eduardo Rotondi y Osvaldo Santos, y dos a préstamo, Mario Zanabria y Miguel Bordón.

Las sensaciones fueron únicas en aquel partido. La expresaron en su momento muchos de los participantes de aquel juego. Uno de ellos, José Daniel Valencia, la explicó desde el afecto personal hacia "El 10", ya que su relación iba más allá de compartir la camiseta de la selección argentina. Maradona era padrino de una de las hijas del jugador jujeño.

"Diego era un jugador explosivo, encaraba siempre pese a que le pegaban en una época en la que no se defendía tanto al talentoso, no había cámaras como ahora y los rivales te escupían o tiraban el pelo, De esa tarde del debut en lo deportivo no es bueno el recuerdo, nos hubiera gustado al menos llevarnos un empate, pero el resultado fue otro, de todas maneras me quedó la satisfacción de haber estado junto al más grande de todos los tiempos", concluyó Valencia.