Al terminar el encuentro, Marcelo Gallardo no quiso hacer declaraciones en el campo de juego. Con cara de pocos amigos, se excusó brevemente y de manera seca ante la pregunta del periodista que hacía campo de juego para la transmisión oficial: “Después hablo más tranquilo”. Algo poco frecuente en el Muñeco, que suele conversar amablemente tras cada partido.

Pero la cara de Gallardo mostraba otra cosa. No solamente ganas de hablar después. Había algo más.

El DT miraba a las tribunas, a la gente. Con un gesto de disconformidad, como sintiendo que faltó algo. Que el público que reventó el Monumental no pesó lo suficiente. Que no apoyó a los jugadores cuando las cosas no les salían. Que no le hizo sentir al Halcón dónde estaba jugando.

Mirando a la gente, a sus hinchas, agitó los brazos y señaló a los jugadores. En clara referencia a que les dieran una cálida despedida para encarar esta semana con el corazón caliente y la confianza de tener el respaldo de todos sus seguidores.