Hubbard, de 43 años, cumplió con los criterios de elegibilidad establecidos por el Comité Olímpico Internacional (COI) a partir de 2015 para deportistas en transición de género masculino a femenino, lo que exige que sus niveles de testosterona estén por debajo de 10 nanomoles por litro durante al menos 12 meses antes de la competición.

"Me siento agradecida y honrada por la amabilidad y el apoyo que me han dado tantos neozelandeses", dijo Hubbard en un comunicado emitido por el Comité Olímpico de Nueva Zelanda (NZOC).

Hubbard, que será la levantadora de más edad en los Juegos, había competido en halterofilia masculina antes de hacer la transición en 2013.

Una neozelandesa será la primera atleta transgénero de la historia olímpica

En 2018 sufrió una dura lesión en un brazo durante los Juegos de la Commonwealth y regresó al año siguiente pese a los diagnósticos que le marcaban el fin de su carrera deportiva.

La directora del NZOC, Kereyn Smith, celebró su designación como un "momento histórico en el deporte y para el equipo de Nueva Zelanda".

"Como equipo de Nueva Zelanda, tenemos una fuerte cultura de inclusión y respeto por todos. Estamos comprometidos a apoyar a todos los atletas neozelandeses elegibles y garantizar su bienestar físico y mental, junto con sus necesidades de alto rendimiento, mientras se preparan y compiten en los Juegos Olímpicos", aseguró en un comunicado de la entidad.

La elección de atletas transgénero crea un constante debate entre los principios de inclusión y equidad, ya que sus detractores afirman que las deportistas nacidas hombre y autopercibidas mujeres puede tener ventaja sobre sus competidoras.

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