Sucedió el 18 de marzo de 1963. Se cuenta que cuando llegaron al estudio de grabación donde se gestaría el mayor éxito de la bossa nova, el disco Getz/Gilberto del saxofonista Stan Getz con el cantante y guitarrista João Gilberto, donde también tenía protagonista el autor de todas las canciones, el pianista Antonio Carlos Jobim, ella estaba ahí porque era la esposa de Joao, quien manejaba, con maestría, sólo el portugués, en tanto que Astrud, bahiana nacida Astrud Evangelina Weinert, hermosa y calladita, de 22 años, hablaba inglés a la perfección. Y entrecasa cantaba muy bien. Por eso es que en un momento de la sesión se ofreció a cantar la parte en inglés de uno de los temas de ese disco, Garota de Ipanema, que había escrito Norman Gimbel, el mismo que después firmaría la letra de la balada soul Killing Me Softly with His Song, la formidable canción grabada por Roberta Flack que aquí en el sur americano hispanoparlante se conocería como Matándome suavemente con su canción.

La historia completa de ese trascendental hecho, que llegó a leyenda, fue contada por un testigo, el ingeniero de sonido y productor Phil Ramone, que estaba supervisando ese trabajo como responsable de la A&R (Artística y Repertorio) del sello editor.

Dijo Ramone, y quién podría contradecirlo, que el productor del registro, Creed Taylor, aceptó de buen grado la proposición de la chica, y así fue como ella se metió en el estudio decidida pero con noticia timidez. Y cantó.

Astrud Gilberto grabando Girl From Ipanema. Foto: redes

Lo hizo tan maravillosamente que luego fue invitada a grabar otra canción del disco, Corcovado, que en inglés se llamaría Quiet Nights of Quiet Stars.

La participación de la chica fue, según se asegura, la llave del éxito del tema Girl from Ipanema y de todo el disco, que además de tener formidables ventas, ganó el Grammy como mejor canción del año y fue nominado como mejor participación vocal femenina.

Fue tan impactante lo que cantó la chica, que dicen que fue esa parte la que sedujo al más grande artista de ese tiempo, Frank Sinatra, quien poco después se propuso hacer un disco completo con temas de Jobim. Y lo hizo.

Astrud, que por entonces ya era mamá de un niño llamado João Marcelo, estaba pasando un mal momento con su esposo. Se había enterado que él tenía un romance a escondidas con una chica llamada, Heloísa María Buarque de Hollanda, luego conocida como Miúcha, hermana de Chico Buarque, y eso aceleró el divorcio. El cantante tendría luego una hija con Miúcha, Bebel Gilberto, quien años más tarde sería muy reconocida como cantante.

Astrud y João se divorciaron en 1964 sin que ella hubiera ganado un buen dinero por su decisiva intervención en el disco, que también hasta fue casi anónima, porque ni siquiera figuró su nombre en las primeras ediciones del long play.

En el libro Bossa Nova: la historia de la música brasileña que sedujo al mundo de Ruy Castro, publicado en 2003, se afirma que João Gilberto recibió 23.000 dólares por su trabajo en el disco, y que Getz obtuvo la mayor parte del dinero por el álbum. Dice Castro en ese texto que el músico norteamericano ganó en ese trance una fortuna que rondaba el  millón de dólares, con la que se compró “una mansión estilo Gone With the Wind (Lo que el viento se llevó)” de 23 habitaciones en Irvington, Nueva York, y que a Astrud le pagaron solo 120 dólares, que era la tarifa que fijaba el sindicato de músicos nortemericano por una sesión de un día.

Después la chica lo pasó mal en ese mismo año 64 cuando salió de gira mundial con Getz para cantar lo que había grabado en el famoso disco. “Aquello fue una tortura”, dijo ella, mientras muchos medios se regodeaban diciendo que sus participaciones recordaban “el elegante pzso de un chica sumisa en bikini”. También tuvo que soportar que se dijera que ella estaba en romance con el músico, cuando en realidad Getz, que se lo pasaba de fiesta, tomando sin freno mucho alcohol y muchas drogas, siempre con chicas a su alrededor, decía, con desprecio, que Astrud era “una afortunada” a la que él le había dado “la oportunidad de que cantara y dejara de ser una triste ama de casa”. Por eso hasta se instaló la idea de que el descubrimiento de que ella podía cantar había sido suyo.

Astrud Gilberto. Detrás suyo, Stan Getz. Foto: redes

La conducta de Getz en ese tiempo está documentada en el libro Stan Getz – A Life in Jazz de Donald Maggin, donde se cuenta que en ese momento el músico estaba en pareja con su segunda esposa, la sueca Mónica Silfverskiöld, y que la mujer sufría continuos maltratos psíquicos y físicos.

Una nota publicada en un medio brasileño hace unos pocos años incluye un testimonio de su hijo João Marcelo, quien durante 15 años sería su manager personal, asistente, técnico de sonido, y finalmente bajista de su banda: “Fui a la que probablemente haya sido la primera conferencia de prensa que ella tuvo en Nueva York, y en esa sala realmente había una atmósfera similar a la de Mad Men, eran todos hombres y ella era la única mujer. Yo era un niño pequeño en ese momento y, en un momento le dije “mamá”, y recuerdo claramente el murmullo que estalló en la habitación. Había hecho añicos una ilusión. El símbolo sexual, ella, ¡era madre!. Supe que había descorrido inadecuadamente la cortina y me sentí muy mal. Así que empecé a llamarla por su nombre. Le decía Astrud, simplemente”.

Con todo, Astrud Gilberto soportó los malos trances, y en los años 70 empezó a escribir canciones, mientras que continuaba cantando. Grabó con Ennio Morricone, Chet Baker, George Michael, Toots Thielemans, Stanley Turrentine y James Last. También hizo giras y diversas presentaciones en festivales de jazz. Pero en verdad nunca llegó a tener tanto suceso como aquel primero de 1963. Hoy tiene 83 años, vive en los Estados Unidos y suele hacer actuaciones, pero básicamente se dedica a las artes plásticas -es pintora- y a colaborar con organizaciones que defienden los derechos de los animales.

Astrud Gilberto and Stan Getz - The Girl From Ipanema (1964) LIVE
Astrud Gilberto - Corcovado