Se está dando hoy lo mismo que se dio ayer. Porque esto llega con un delay al sur. Con un retraso, para decirlo en nuestro idioma. Igual que como llegaron acá, en su momento, el rock’n’roll, el rock progresivo y el punk. El rap y el hip hop y el trap son movimientos muy interesantes o no, que están llegando aquí cuando en otro lugar ya no son novedad. De hecho, Javier Ibarra Ramos, conocido artísticamente como Kase.O, acaba de llenar un Obras al aire libre en Buenos Aires cuando en su tierra, España, ya no es una novedad. Mucho menos el grupo que integró, Violadores del Verso, que era de Zaragoza. Kase.O, Javi, o Kaos, es de La Jota, Zaragoza; además de cantar y componer, produce, y tiene 43 años. Pero a quién le importan estos datos: el tipo suena contundente, interesante, y tiene un buen show.

KASE.O - PEQUEÑAS DOSIS

En España se dice que el rap vivió una edad de gloria en el último lustro del siglo pasado y en el primero de éste. O sea, hace 30 años, más o menos. Y eso es lo que ahora recién está llegando… si es que llega. No debe extrañar la tardanza: el rap -que no es sinónimo de hip hop,  es largo de explicarlo, y ni de trap, ese estilo descendiente del rap, hoy tan en auge aquí- apareció en los barrios bajos negros de los Estados Unidos en los 70, como el Bronx y Harlem, cuando acá vivíamos otra historia totalmente distinta: estábamos en dictadura, no habíamos pasado por la triste experiencia de una guerra, los goles los hacía Mario Kempes, Diego Maradona recién empezaba a jugar en las inferiores de Argentinos Juniors y el rock lo hacían Luis Alberto Spinetta, que amenazaba con nuevas experiencias que concretaría con Spinetta Jade, y Charly García pasaba de Sui Generis y La Máquina de Hacer Pájaros a dar sus primeros pasos, no precisamente exitosos y celebrados, con Seru Giran. Y mientras que muchos artistas estaban exiliados y censurados, León Gieco acá resistía y componía Sólo le pido a Dios.

En los 80, el rap de los gringos llegó a Puerto Rico porque la isla y el gran país del norte están super conectados y no solo porque uno es un estado políticamente asociado del otro, y se hizo bilingüe. Fue rap en espanglish, en inglés y en castellano. Tal como se hablaba en la esquina. Y con bases que hoy suenan viejísimas, la verdad.

Y en los 90 aterrizó en España. Recuerdan los historiadores de esto que en el tramo final del siglo pasado, se podía escuchar en los radiograbadores la cinta con el tema Buah! del álbum Hecho, es simple, que había hecho el grupo 7 notas 7 colores, de El Prat de Llobregat, un lugar cercano a Barcelona, en Cataluña, en la costa de Mediterráneo, que decía: " Alguien me espera en el cielo o en el infierno. Tengo un bolígrafo, luego cogeré un micrófono y cualquier intento de parar mi pepino va a ser en vano, cabrones; no hay libros de instrucciones para parar esto". Es del 97.

7 NOTAS 7 COLORES - BUAH! (XX ANIVERSARIO)

Nadie lo paró -ni lo pudo o lo quiso- parar a “esto”, el rap.

Inmediatamente después se asentó, en todo el mundo, la circulación de la música por internet. Y desaparecieron los discos y los cassettes. Y Spotify y todas las otras distribuidoras de música digital lo horizontalizaron todo.

Empezó el reinado del algoritmo. Si escuchás a tal, te debe interesar cual, y así todo. Entonces ya no hubo cinco o seis megamonstruos en el mundo, como en los tiempos de Madonna, U2, Bruce Springsteen, Mecano o Willie Colon-Rubén Blades. Todo se atomizó y así, si se quiere, se complicó más.

Entonces fue casi imposible seguir la carrera de alguien y de sus cercanos. 

No dieron los tiempos. Cuando empezabas a entender algo, había diez, cien o mil iguales o parecidos, todos en genuino ascenso, que también merecían ser escuchados. Y diez, cien o mil que no valían ni un segundo de atención. También eso, obvio.

Todo es igual, nada es mejor, decía un tango, y esto era -y es- más o menos así. Un cambalache.

¿Quién dice que esto es mejor o más interesante que lo otro, si no llegamos a conocer más o menos todo? Termina decidiendo el algoritmo, lo que es un negocio de alguna gente que no casualmente es la que maneja los hilos. Como antes, como siempre.

El rap en castellano trajo la saludable novedad, para los hispanoparlantes, de que empezamos a entender todo lo que esa música decía. Porque los negros gringos dijeron -y dicen- cosas interesantísimas, o no, pero no los entendemos del todo. Túpac, Public Enemy, tantos. No hablamos ese idioma, a fin de cuentas. En cambio, si tenemos tiempo y ganas, entendemos qué dicen los raperos que usan nuestro idioma.

En el tono de imitación, como negarlo, muchos raperos sudamericanos hoy hablan -o mejor dicho, cantan- como si fueran portorriqueños. Da un poco de risa, la verdad.

En cambio los españoles, -hasta donde sabemos acá, conviene aclararlo por las dudas- cantan y hablan como todos y todas en su país. Se les entiende.

Conozco mucho del rap español. Y del rap cubano, y del peruano, y del uruguayo, y del chileno. Y qué poco sé. Sé apenas alguna cosita, me aprendí algún nombre. Pero desconozco la mayoría.

Sé que debería saber más porque vivo de esto. Es mi actividad. Pero sinceramente no me dan el tiempo y la cabeza para incorporar más información.

Está el rap, y el folklore, y el rock, y el soul, y las músicas étnicas, todos los estilos todos con su historia y su tradición a cuestas, y con vanguardistas… Y acá, en el sur de América, finalmente entendemos poco.

Sé que en este mundo de hoy vale muy poco entender. Cotiza mejor sentir. Pero en rigor, qué poco entendemos y no sentimos casi nada. No es pesimismo, es realidad, aclaro. Es realismo nomás.

Pero alcanzamos a saber que es muy interesante lo que dicen algunos raperos. Por ejemplo, hicimos estrella a Residente, que sabemos que es portorriqueño, que viene de Calle 13 y que estuvo casado con una argentina con quien tuvo a Milo, su hijo, por lo que pasa buena parte de su tiempo en este país. Residente hace un rap conciente, o sea que suele escaparse de las banalidades comunes del género, que van del machismo a lo autorreferencial, que llega a la extrema vanidad de cada uno. Cuestiones insoportables. Se nota que el muchacho tiene otras cosas en la cabeza. Por eso no me extrañó que un día se cruzara con Ignacio Fornés Olmo, Nach, que es español de Albacete. Ese rapper español y “el nuestro” dicen cosas fuertes.

Residente & Nach - Rap Bruto (Official Video)

¿Pero quién es Nach? Uno de cientos. O el mejor de todos, no lo sabemos. ¿Es del pasado o es actual? ¿Está en la cumbre o estuvo alto y ahora no? No lo sabemos. Todo es así.

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