Un informe en elaboración del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) adelanta que cerca de 900 mil personas perdieron su ocupación en todo el país durante la cuarentena por la pandemia del coronavirus.

El director del Observatorio, Agustín Salvia, dijo que en el período los más afectados fueron los trabajadores informales, pero que el mayor impacto para el empleo en blanco llegará más adelante cuando se retiren los programas de asistencia del Estado a empresas privadas.

En base a una encuesta a 500 hogares y estimaciones que parten de datos oficiales ya publicados, el observatorio de la Deuda Social de la UCA trabaja en estimar cuál fue el costo en materia de empleo de los casi tres meses de freno económico que generó la pandemia. Aunque la encuesta sólo cubre el área metropolitana de Buenos Aires, en base a proyecciones por sector pueden calcular el impacto en todo el país.

“Son datos que estamos empezando a procesar, que nos muestran una reducción que nos va a dar cerca de un 10% de ocupados, de los cuales el 70% son de la economía informal que fue la más afectada”, dijo Salvia a Infobae.

Los números que está elaborando la UCA todavía no están terminados de elaborar, pero en principio las proyecciones indicarían que entre fines de marzo y mayo perdieron su ocupación unas 120.000 personas entre autónomos y pequeños empleadores. Otros 150.000 a 190.000 puestos de trabajo extra se habrían reducido los puestos de trabajo formales, en blanco, mientras que el empleo en negro se habría visto reducido en otros 180.000 puestos.

Entre los cuentapropistas no profesionales informales habrían sido 160.000 los afectados, mientras que unas 250.000 personas dedicadas a trabajos eventuales, de supervivencia y changas se habrían quedado sin actividad alguna. La cifra exacta de la estimación de la UCA e va a conocer la semana próxima.

Según Salvia, a lo largo del período de aislamiento social se fueron dando golpes sucesivos al mercado de trabajo que fueron afectando a distintos tipos de trabajadores.

“El primer impacto fue el del momento cero, de la fase inicial del aislamiento, que recayó sobre cuentapropistas o pequeños trabajadores independientes y pequeños empleadores de barrio. El shock de parálisis del transporte y espacios públicos golpea mucho al trabajador independiente informal, el vendedor ambulante el empleado no registrado de pequeños comercios”, dijo Salvia.

“El segundo shock fue sobre obreros y empleados asalariados de pymes, los que estaban en negro. Ya en abril, en el que la parálisis golpea a esas unidades económicas por el nivel de actividad o porque el negocio nunca abrió y esos sectores se quedaron sin trabajo. Esto abarca desde peluquerías, hasta el garage o prestadores de servicios que contratan unos pocos trabajadores. No estoy abriendo, no hay trabajo”, comentó.

“Hasta donde pudimos ver la flexibilización va a mejorando la situación pero el trabajador no registrado no recupera el trabajo. Porque el costo de reactivar en una situación de parálisis es muy alto. Puede abrir, pero no llama al empleado. Están semiabiertos para ver si cubren lo mínimo”, comentó el sociólogo.

Para el Observatorio de la Deuda Social habrá una tercera oleada en la que el empleo formal, en blanco, será mucho más protagonista.

Por su parte, el Gobierno difundió los datos de empleo del tercer y cuarto mes del año donde ya se comienza a ver los primeros efectos de la pandemia. En marzo, el mes donde comenzaron las medidas del aislamiento social, se contabilizaron 105.000 trabajadores registrados menos en relación con el mes anterior (en la variación desestacionalizada), a partir de la información del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA).

Este número representa una caída del 0,9% en la cantidad total de personas ocupadas en la economía formal. Tal disminución se debió, fundamentalmente, a la contracción del empleo asalariado privado, que se redujo un 0,8% (48.000 trabajadores menos) y al trabajo monotributista que cayó un 2,8% (45.000 trabajadores menos).