Los Organismos de Derechos Humanos de Córdoba que casi en soledad buscaron a sus familiares durante los años de la dictadura, pusieron la información que habían reunido a disposición de la Delegación local de la Conadep. Un mapa que orientó la recepción de denuncias, la verificación de lugares clandestinos de detención y la búsqueda acerca del destino de las personas desaparecidas. 

Una de las primeras actividades en las que participó la Conadep Córdoba fueron las excavaciones en el cementerio de San Vicente donde se hallaron cráneos perforados y confirmaron las inhumaciones clandestinas hechas entre 1976 y 1977. 

Periódicamente la Conadep convocaba a la prensa en la casa de Catamarca 137 para informar sobre la marcha de sus investigaciones. Conferencias de prensa que abrían una puerta al horror.

El presidente de la Conadep Córdoba, Luis Armando Rébora, en una visita de reconocimiento al campo de La Perla. Foto Enrique Shore. Fondo Conadep. Archivo Fotográfico del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba.
El presidente de la Conadep Córdoba, Luis Armando Rébora, en una visita de reconocimiento al campo de La Perla. Foto Enrique Shore. Fondo Conadep. Archivo Fotográfico del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba.

Así la sociedad cordobesa supo de la existencia de La Perla, a la vera de la autopista a Carlos Paz, donde directivos de la Delegación Córdoba y otros de la Conadep nacional llegados desde Buenos Aires acompañaron a los primeros sobrevivientes que reconocieron, inequívocamente, el lugar. Y ratificaron que ese fue un sitio de secuestro, tormentos y homicidios de personas detenidas ilegalmente. 

Un testigo clave, José Solanille, que durante la dictadura militar trabajaba en un campo por la zona, caminó parte de La Perla y ante los integrantes de la Conadep recordó las visitas de Luciano Benjamín Menéndez, la ejecución de personas y su enterramiento en pozos cavados en el lugar.

Estas ruedas de reconocimiento sirvieron para ir construyendo, como en un rompecabezas, el modus operandi de los lugares de cautiverio.

El testigo José Julián Solanille en La Perla, ratificando sus dichos acerca de homicidios y enterramientos clandestinos. Foto Enrique Shore. Fondo Conadep. Archivo Fotográfico del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba
El testigo José Julián Solanille en La Perla, ratificando sus dichos acerca de homicidios y enterramientos clandestinos. Foto Enrique Shore. Fondo Conadep. Archivo Fotográfico del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba

Las inspecciones se repitieron en otros centros como La Ribera y la Casa de Hidráulica, donde se confirmaba lo relatado por testigas y testigos que en el lugar reconocían patios, cuadras, baños, salas de tortura, señas que habían dejado en las paredes con la esperanza de que en un futuro de libertad alguien las viera. Allí estaban, prueba irrefutable de su paso por el lugar. 

A fines de julio confirmaron que entre 1976 y 1979 funcionó una cárcel clandestina en la casa que la Dirección Provincial de Hidráulica tenía en el dique San Roque. 

En agosto entregaron a la prensa una lista de 30 personas asesinadas en La Perla, entre ellas el hijo de un coronel. 

A fines de agosto, dos ex gendarmes testimoniaron ante la Conadep y comprometieron seriamente al ex comandante del Tercer Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez. Sus declaraciones se sumaron a otras de personal militar recibidas por la Comisión. Estos gendarmes, que estuvieron en La Perla, La Perla chica, La Ribera y la Penitenciaría, sostuvieron haber visto frecuentemente a Menéndez en los centros de detención, adonde llegaba a supervisar. 

Uno de estos militares reveló gravísimas violaciones a los derechos humanos en esos establecimientos; inclusive, homicidios. Dijo que fue dado de baja en 1980 por oponerse a disparar sobre cuatro personas, entre ellas una mujer embarazada. Estas personas, aseguró el denunciante, fueron fusiladas y sepultadas en un pozo cavado en terrenos militares. 

En medios tribunalicios mencionados por La Voz del Interior se estimaba que esa denuncia tenía elementos suficientes para detener a Menéndez, quien acababa de ser puesto en prisión por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. 

Justamente por esas horas, 20.000 ciudadanas y ciudadanos firmaron en Córdoba un petitorio exigiendo el procesamiento de Menéndez. 

En septiembre, pocos días antes de terminar su trabajo, la Conadep elevó a la Justicia Federal una denuncia relacionada al secuestro y desaparición de Hugo Miguel Vaca Narvaja, ex ministro del Interior de Arturo Frondizi.  Aunque la información era hermética, trascendió que uno de los testigos habría sido quien halló parte del cuerpo del desaparecido ex ministro. 

Visita de reconocimiento a La Perla, con sobrevivientes que señalaron los lugares donde pasaban sus días. Foto Enrique Shore. Fondo Conadep. Archivo Fotográfico del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba.
Visita de reconocimiento a La Perla, con sobrevivientes que señalaron los lugares donde pasaban sus días. Foto Enrique Shore. Fondo Conadep. Archivo Fotográfico del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba.

Semana a semana durante seis meses, noticias que desmentían los ominosos comunicados militares donde se ocultaban las andanzas de quienes habían llegado al poder aduciendo defender los valores de la civilización occidental y cristiana.

La abogada María Elena Mercado, a cargo de la recepción de denuncias, (su marido, el abogado Eduardo Jorge Tero Valverde, ex funcionario del gobierno de Ricardo Obregón Cano, fue secuestrado por la Aeronáutica el mismo día del golpe de 1976. Continúa desaparecido) dijo en su testimonio para el libro Si te dicen que no es cierto

−Se pudo constatar la existencia de campos sobre los cuales no había información cierta. Por ejemplo la Casa de Hidráulica. Se sabía, por la denuncia de algunos sobrevivientes. Pero no la conocíamos. Había muchas cosas que no sabíamos. 

Su compañera del área administrativa, la arquitecta Silvia Chávez, sobre el mismo centro clandestino de detención agregó: 

−Como tiraban cadáveres al mar, se decía que lo pudieran haber hecho también en el lago. Fueron dos buzos de Hidráulica, trabajaron muchas horas, un día muy frío. Encontraron un chasis totalmente desmantelado de un R12. Lo primero que pensé al entrar a la Casa de Hidráulica, fue cómo el ser humano se adapta a situaciones extremas. Cuando veo el solado, el piso, el dibujo, la forma… era exactamente como lo habían descripto (los sobrevivientes), que estaban vendados. Solo podían ver por debajo de la venda. Había como una escalinata que bajaba a una cochera. En los testimonios tenían hasta los escalones contados. En el primer ingreso a la casa vi tres camas de una plaza. Inmediatamente se te ocurre que han estado personas, que ahí las torturaban. Después entré al baño, donde había una bañadera con un dosel, como un techito con columnas. Ahí les hacían el submarino.

Visita de reconocimiento a La Perla, con sobrevivientes que señalaron los lugares donde pasaban sus días. Foto Enrique Shore. Fondo Conadep. Archivo Fotográfico del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba.
Visita de reconocimiento a La Perla, con sobrevivientes que señalaron los lugares donde pasaban sus días. Foto Enrique Shore. Fondo Conadep. Archivo Fotográfico del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba.

Por primera vez teníamos el relato en primera persona de lo que había sucedido −dice por su parte Oscar Motta, abogado, cuyo hermano Rubén Hugo Motta Espeche fue secuestrado del hogar familiar el 7 de enero de 1976 y continúa desaparecido.Y sigue: “Durante la dictadura las publicaciones, revistas, diarios, no decían nada de esto. Hasta que acercándose la democracia, cuando era inevitable que hubiera elecciones, comenzaron a salir los relatos de la historia de los desaparecidos, de los campos de concentración. A mí todavía me parecía algo muy lejano, como una novela no bella. Entonces de pronto estar frente a alguien, una persona de carne y hueso y decir mirá lo que cuenta tal y tal y esa persona está ahora con vos contándote lo que le pasó. Primero, desde la condición humana te parece increíble que una persona hubiera sufrido a manos de otra los tormentos, los relatos que nosotros escuchamos. Siempre digo, quienes trabajamos en la Conadep entramos de una forma y salimos de otra. Puedo asegurar que después de escuchar eso y de ver; después de todo el trabajo que se hizo… Cuando los campos de detención y exterminio fueron abiertos, fuimos, recorrimos, vimos, etc., relativizás otras cuestiones mundanas”.

El trabajo de la Conadep, previsto inicialmente para cuatro meses y ampliado luego treinta días más, permitió reconstruir el modus operandi de la represión clandestina, coordinada sistemáticamente entre las fuerzas de seguridad del país: detención ilegal de militantes políticos, estudiantiles, gremiales, sociales o sospechosos de serlo, en sus domicilios, lugares de trabajo, en la vía pública; secuestro de niñas y niños en el momento de la detención de sus padres y madres. Alojamiento en centros clandestinos de detención. Torturas. Violaciones (a mujeres, y también, varones). Bebés robados a parturientes secuestradas. Homicidios. Desaparición de los cuerpos. Saqueo de los bienes de las personas desaparecidas. 


*Este texto forma parte del libro Si te dicen que no es cierto: Memorias de la Conadep Córdoba, de Mónica Ambort, editado por la Unión Obrera Gráfica.

Abrupto despertar de la sociedad de Córdoba