Desde el ámbito de las Ciencias Sociales y Políticas, es posible identificar ciertos factores que han resultado ser inmanentes. Uno de ellos es en la afirmación de la imposición y del uso del poder. El pueblo kolla, uno de los reinos aymaras que ocupó la meseta del Collao, ha sido víctima constante desde el advenimiento del Imperio Ingka durante el Siglo XV y en especial en la Guerra del Collao, el segregacionismo y trabajo forzoso de encomiendas durante el Imperio Español y las más recientes formas de negacionismo y hostigamiento provenientes de las políticas de los Estados nacionales a partir de mediados del Siglo XIX en especial en 1874, 1879 y sus posteriores reclamos en 1946 con el conocido “Malón de la Paz”.

Sin embargo una de las más sutiles formas de dominación, ha sido la de la construcción de una forma legítima que le permita disimular las relaciones de inclusión/exclusión disimulado bajo la forma del evolucionismo.

Autores como Taylor, Morgan o Spencer a finales del Siglo XIX, proponen la comprensión de lo distinto, del “otro” cultural como un ente susceptible de ser incluido en una escala gradual que considera a lo no-europeo en la base inferior. Esta nomenclatura que clasifica humanos y culturas como superiores (europeas) o inferiores (lo no-europeo) reduce el espacio de convivencia a un escenario de conflicto.

A su vez, existe otro elemento que promueve la movilidad socio cultural y el desplazamiento desde lo inferior hacia lo superior o bien, desde la exclusión hacia la asimilación que consiste en la idea del “progreso”. Es decir, que tanto individuos como pueblos serán capaces de salir de la condena prevista por la propia predestinación de ser inferiores, para contar con un mecanismo que no traduce la ascensión social desde el plano metafísico sino que lo lleva a la propia incapacidad. Esta inferioridad es solucionable gracias al esfuerzo, la aceptación de las normas del desarrollo económico e industrial y de la educación proveniente del centro europeo.

Aspirar a ser europeo y vivir como tal, gracias a la aceptación acrítica del modelo productivo y el sistema de enseñanza que promueve valores ideológicos que consagran a ciertos colectivos y castigan otros.

La eficacia de este modelo pedagógico, ha calado profundo no solo en las instituciones sino en el cuerpo de la sociedad civil. Los mecanismos correctivos que operaban en la historia se incrementan haciendo de los pueblos indígenas, un foco que recibe la carga despectiva de los auto considerados superiores.

En este contexto, ser kolla es sinónimo de ser inferior, incivilizado y falto de condiciones para ser considerado digno de pertenecer a una comunidad en vías de ser europea o al menos, que se le parezca.

Una nueva forma de elaboración del menosprecio

En clásico texto propuesto por Axel Honneth, considerado parte de la tercera Generación de la Escuela de Frankfort, analiza las “Luchas por el Reconocimiento” y en especial, realiza un detenimiento en relación a las formas de elaboración del menosprecio. En términos del autor alemán, la imposición por parte de un colectivo dominante de una categoría que busca descalificar a otro individuo o colectivo en situación de inferioridad, puede traer aparejado como respuesta la cólera, vergüenza llegando incluso hasta la enfermedad.

De lo contrario, emerge el conflicto.

Siguiendo este esquema, el pueblo kolla ha sabido sortear a fuerza de conflicto, las vicisitudes propuestas por los diversos colectivos dominantes e incluso, en complicidad con los propios vecinos criollos. Esto se describe Estela, de la Comunidad Kolla - Humahuaca: “Como pueblo kolla, lo que nosotros sufrimos es que el Gobierno todavía no ha entregado los títulos de propiedad. Es una lucha que tenemos con todos los Gobiernos a pesar de que hay leyes. También la marginación por ser norteños, por ser muy humildes. Afecta mucho a los jóvenes, a los adolescentes, a nuestros hijos. Nosotros tenemos una vez al mes, se realizan las Asambleas, donde se manifiestan todas estas problemáticas de la comunidad como por ejemplo: el tema riego, caminos, seguridad, falta del agente sanitario, las escuelitas, los albergues son cosas que analizamos para ver si tenemos que solicitar proyectos o becas”.

Sin embargo, a pesar de tantos años de desprestigio sistemático, se ha encauzado la manera de reconocimiento con maneras simples, informales y por momentos, irónicas que consisten en asumir el concepto pero no al individuo. Es decir, evitando la confrontación directa con quien agrede, identifica en este último, un mero resultado o consecuencia de una política de discriminación. Asumiendo que lo “kolla” ya se ha instalado como una carga peyorativa, se asume y se resignifica creando valor. A continuación otro extracto que ilustra el planteo. El que habla es Carlos, de la comunidad Kolla –San Antonio de los Cobres: “Hay gente kolla que no reconoce su verdadera identidad, ya sea por indiferencia o por vergüenza. Las dos vienen de la mano. Son las dos causas. El salteño (despectivo) quizás no lo hace con tanto desprecio como antes, pero como forma de chiste, sí. O sea, por ejemplo, estamos reunidos un grupo de chicos, (me pasó hace tres años)… nadie sabía que yo me reconocía como kolla… porque nadie me preguntó (risas)… estábamos reunidos chicos y chicas de la misma Facultad. Un chico pronunció mal una palabra y otro le dijo “¡Che, habla bien! No seas kolla”. Así, en broma digamos, no siendo malo. Ahora se dice así, pero no con tanto desprecio. Sino en forma de chiste.  En ese momento no dije nada. Ahora yo lo tomo a eso, (…) no confrontamos porque estamos en desventaja. Ahora quedó como un chiste. Es un clásico. Empezó siendo un insulto y después de un tiempo, se hizo chiste, digamos. Es algo que se instaló. Ya no existe eso de civilizado o indígena, no saben lo que significa ser kolla. La palabra”.

Un agravio que se instaló, que prescinde de conciencia de parte de quien emite el comentario. Es algo que a la comunidad kolla, ya no le “afecta” como lo hacía en otras épocas. Se asocia más a la ignorancia del emisor que a la lógica civilizatoria que le dio origen.  De este mecanismo, se puede continuar con la vida en el espacio público. Resignificando el estigma.

La actualidad del pueblo kolla en el espacio público argentino

Según el dato del censo del 2010, la población kolla se estima un total cercano a los 75.000 habitantes siendo el segundo pueblo más numeroso luego del mapuche, distribuidos en las provincias de Jujuy y Salta en su mayoría y también, Buenos Aires y Gran Buenos Aires entre otras provincias.  

Estas formas de “resignificación” del menosprecio, entendida como una respuesta no violenta adaptativa a las agresiones y que lejos de construir un ghetto de auto exclusión, se propone como un método (planificado o no) que propone una vuelta al espacio público en común.

Esta manera de resolver la convivencia trunca y sesgada por la desconfianza y la agresión, se impone como una forma legítima por construir una manera de convivencia inclusiva y el reconocimiento.

Este artículo es el un resumen de los resultados  observados en el marco del Proyecto de Investigación “Pluralismo, Democracia y Ciudadanía en Argentina”.