En el ambiente hay un tipo de contaminante invisible que de a poco va afectando la salud. Una vez que se sienten los primeros síntomas, ya el daño está hecho, es permanente.

La contaminación acústica es un problema grave y desatendido en la ciudad de Córdoba.

“Hay distintos focos en la ciudad que son centros de fuertes generadores de contaminación sonora como: Nueva Córdoba, la zona de Güemes, el casco céntrico, la zona de la avenida Rafael Núñez”, enumeró la licenciada en Fonoaudiología Mariana Lucca (MP 7107).

El Observatorio de Ruido de la ciudad de Córdoba (ORC) de la UNC relevó en 2021 diferentes puntos de la ciudad y concluyeron que la mayoría de los barrios y avenidas superan los 55 dBA, valor máximo aconsejado por la Organización Mundial de la Salud.

Lucca señala que las principales fuentes de ruido en la ciudad son zonas de mucha circulación de vehículos, obras de construcción, comercios, pubs, gimnasios y boliches.

Pero, ¿Qué impacto tiene el ruido y la contaminación acústica en el ser humano?

RUIDO ¿Cómo suena Córdoba? - un podcast para conocer la problemática de la contaminación sonora en la ciudad.

La pérdida de audición es permanente

Una exposición constante a ruidos fuertes impacta el oído de las personas. “El ruido es un contaminante ambiental que muchas veces no es tenido en cuenta porque no se lo ve y no se lo puede percibir a través del olor”, explicó Lucca y agregó: “Lamentablemente, cuando el paciente te dice que ya el oído le está provocando molestias, que ya está teniendo disminución de la audición, el daño ya está hecho”.

La audición va disminuyendo con el tiempo. Pero la pérdida auditiva se acelera ante la exposición de ruidos y este daño se produce en células que no se pueden regenerar.

Lucca sostiene que la contaminación acústica es “silenciosa” porque la gente no se da cuenta si está expuesta a ruidos intensos y sostenidos en el tiempo. 

“Generalmente, nuestro oído está preparado para compensar el ruido. Vos a lo mejor trabajas en un lugar ruidoso y las personas que vienen por primera vez al lugar te dicen ‘ay, qué molesto, ¿cómo aguantas estar todo el día así?’”, explicó.

Y ahí está la “trampa” de la contaminación sonora. El mismo oído se va acostumbrando al ruido y entonces la persona sigue expuesta a la contaminación. Cuando el paciente se da cuenta que no escucha tanto como antes o siente un zumbido en el oído (tinnitus), el daño es permanente.

“Si me estoy dando cuenta que en las conversaciones ya no puedo tener la misma fluidez porque hay frases que no las entiendo; me pierdo al escuchar algunas palabras o me tengo que poner cerquita de la persona que está hablando, ya empiezan a ser síntomas”, agregó.

El impacto del ruido en la salud en general

Además de las secuelas en la audición, la contaminación sonora tiene impacto en el bienestar psicofísico de la persona.

Según la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa, una exposición prolongada a la contaminación acústica produce trastornos cardiovasculares y metabólicos; deterioro cognitivo; trastornos del sueño; efectos adversos en el momento del parto; y efectos en la calidad de vida, la salud mental y el bienestar.

“Es muchísimo lo que afecta el ruido a la salud psicofísica del individuo”, resaltó Lucca y destacó que es una problemática transversal. 

A nivel emocional, el ruido provoca ansiedad, irritabilidad y cansancio.

Los mismos problemas psicofísicos pueden repercutir a nivel macroeconómico, con menor rendimiento en el trabajo; personal, con tensiones en nuestros vínculos sociales debido a la irritabilidad o en la educación, por la falta de descanso.

¿Qué podemos hacer?

La contaminación acústica no es solamente un problema individual es una problemática ambiental y de la salud pública. Los gobiernos deben establecer políticas públicas para reducir la contaminación y las personas pueden contribuir a generar un paisaje sonoro saludable.

Para evitar el daño auditivo, Lucca recomienda:

  • Usar lo menos posible y con volumen bajos los auriculares, principalmente los intraaurales.
  • Regular el volumen de los aparatos eléctricos: televisor, radios, equipos de música, entre otros.
  • Evitar usar la bocina del auto. El tránsito es uno de los principales contaminantes sonoros de la ciudad.
  • Que los bares y restaurantes instalen equipo acústico para insonorizar.

“Hay grupos poblacionales que son los que más sufren con el tema del ruido: los niños, las mujeres embarazadas y los adultos mayores”, aclaró.