Emilio Caniza cultiva orquídeas hace casi veinte años. Vive en el casco céntrico de la ciudad y su vivero parece un pequeño oasis en medio del caos que lo rodea. Bocinas, gritos de niños que salen de la escuela, motores, pasos. Sus orquídeas crecen ajenas a todos, lejos del ruido y sin prisa. Una pasión botánica. 

Las orquídeas son una familia de plantas que se distinguen por la complejidad de sus flores. Generalmente de clima tropical, húmedo y cálido. Cultivarlas en Córdoba es un desafío, no sólo por las condiciones adversas del ambiente sino por la paciencia que demandan cada una de ellas. 

Para llegar al vivero de Emilio se atraviesa un pasillo que lentamente se acalla, va desde el caos hacia el silencio en el corazón de la manzana. En las paredes de su patio asoman los brotes de orquídeas que aún esperan florecer, cada uno cuelga de pequeños troncos, ajenos a la velocidad que demanda el exterior. Crecen lentamente, sin prisa y sin demandas.  

Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.
Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.

Una sola orquídea puede vivir hasta 100 años, pasando de generación en generación. Se estima que existen más de 25 mil especies dispersas en todo el mundo, aunque otras mediciones arriesgan a decir que son casi 30 mil. Así, el 7% de todas las plantas con flores en el mundo son orquídeas; la familia botánica más extensa.

Emilio es profesor de canto. Las orquídeas llegaron a su vida cuando, junto a su pareja, esperaban su primer hijo a los dieciocho años. “Todo empezó como una terapia, porque venía muy pasado de rosca. íbamos a ser padre muy jóvenes y estábamos con muchas cosas en la cabeza”, cuenta. 

Ambos querían un jardín con flores, pero sin espinas, que se viera bonito y que hiciera sentir su casa como un hogar. “Íbamos a viveros donde nos asesoraban, supuestamente, y traíamos todas las plantas acá y era un desastre. Nos gastábamos presupuestos en plantas. Entonces comencé a estudiar, con cursos, información, y así empecé con plantas de interiores”, agregó. 

Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.
Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.

Dice que las orquídeas son su cable a tierra, y entre risas recuerda los inicios de su pasión: “Cuando las conocí, me alucinaron. Imaginate que sólo las veía en revistas, porque no teníamos internet. La aventura más loca que podías tener era ir a ciber, esperar que se te enfríe un café y que cargue una foto”. 

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Emilio aprendió sobre orquídeas gracias a la colaboración de muchas otras personas a lo largo de los años. A través de correos electrónicos recibía información y consejos de otros cultivadores, fotos de coleccionistas, e incluso visitó jardines ajenos para conocer sobre otras especies. 

Aún atesora su primera orquídea: esa flor llevó a otra. Y de su primer brote, logró dos. Ese mismo lo intercambió por otra orquídea. Y desde entonces no paró. Su pasión sólo fue en aumento y hoy vivero en su casa, con decenas de flores de todo el país y otras partes del mundo. 

Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.
Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.

Plantófilos: una pasión compartida

El mismo espíritu colaborador que ayudó a Emilio hace ya dos décadas, se mantiene entre sus alumnos. Una de sus estudiantes tiene 60 años y se junta a tomar el té con otro de ellos, un adolescente de 16 que estaba interesado en uno de sus brotes. “Yo veo eso y digo si no fuera por las plantas dónde podrían llegar a compartir esas personas tan diferentes", reflexiona Emilio. 

Los motivos detrás de las ganas de aprender son muchos: querer decorar un jardín, tener un pasatiempo diferente, aplicar una terapia alternativa o incluso la intriga que despierta querer cuidar una planta y no saber cómo. 

Vanda, un género de orquídeas. Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.
Vanda, un género de orquídeas. Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.

“Hay coleccionistas de orquídeas, somos fanáticos y enfermos por estas plantas. Si pensamos que existen más de 30 mil especies en la naturaleza, más todas aquellas que hibridan entre sí son infinitas la cantidad que existen. Y uno siempre quiere tenerlas a todas”, comentó entre risas. 

En sus cursos participan personas de todas las edades e intereses. Pero una cosa sí tienen en común: “Las personas que buscan una planta, generalmente en realidad están buscando otra cosa en su vida”.

“Siempre digo, a este hobbie es fácil entrar pero no es fácil salir”. 

Orquídeas: una vida paciente

El ciclo vital de una orquídea es complejo, lento y muy preciso. Durante la germinación requiere un hongo asociado y polinizadores específicos, a ser abejas, colibríes, mariposas, etc. Y algo curioso sucede con ellas: si ese polinizador específico no regresa, ella no aceptará a otro y no volverá a florecer. 

Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.
Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.

Hay que considerar las orquídeas son caras por el tiempo que lleva poder reproducirlas, que va desde 5 hasta 11 años. Eso es lo que encarece el precio de la planta. Generalmente son años de estar arriba de las plantas, con una observación minuciosa y muy constante”, explicó acerca del proceso. 

Las orquídeas se encuentran en la mayor parte del mundo, excepto en las regiones de clima desértico o polar. En Córdoba, su crecimiento se ve condicionado por las temperaturas, algo que encarece el costo de producción de plantines. “Tenemos orquídeas hasta en Tierra del Fuego”, asegura Emilio. 

Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.
Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.

En todo el país hay asociaciones destinadas al cultivo y cuidado de orquídeas, como así también abiertos al intercambio entre quienes no pueden dejar de lado su pasión por estas flores. 

Acerca de esto, explica: “Lo más lindo es cuando podes juntarte con otra gente y compartir experiencias, también teniendo en cuenta que son plantas muy caras, y que esos espacios, permiten que no sea un hobbie tan exclusivo". 

Dice que su objetivo es poder quitar un poco del discurso elitista que rodea a estas flores: “Mi idea es que la gente aprenda a cuidar de sus plantas, poder reproducirlas e intercambiarlas. Si se masifica la dispersión de orquídeas, también bajan las costos”.

“A mí me apasiona la docencia, y enseñar a través de las plantas es algo que amo. Porque no solo es conocimiento, sino también saber aplicado a la práctica. Porque no es solo ver las flores sino poder interpretar las señales de estas plantas”, observa. 

Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.
Foto: Satoshi Higa / Multimedio SRT.

Las orquídeas no tienen prisa, crecen lento, sin prisa. Son extremadamente sensibles. Su vida es paciente y tranquila. 

Con la mirada fija en sus tesoros botánicos dice como pensando en voz alta: “Muchas veces perdemos el contacto nos con lo más simple y esencial de la existencia que es cuidar de otros”.

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