“ Pensar mi relación con el rock es casi pensar y reflexionar sobre mi propia historia. Desde niña mi interés sobre este género fue intenso, con algún aporte en sus comienzos de mis hermanos mayores y amigos del barrio, para luego convertirse en una actividad individual. En la adolescencia, la radio era el medio exclusivo con el cual aprendí lo fundamental. ..Por muchos años anoté casi obsesivamente, a diario, en cuadernos, los temas que escuchaba por la radio… A ello se adosaban las notas al pie sobre alguna efeméride de importancia sobre el mundo de la música para armar la historia y, a la vez, eso marcaba el inicio de mi archivo personal, rústico y muy artesanal, por cierto. Reflejo de las limitaciones económicas que podía tener una adolescente de clase media trabajadora y de una época en la cual la tecnología no llegaba a ser ni el diez por ciento disponible a lo que es el día de hoy, en la que la información está tan alcance de la mano…”, escribe en uno de los capítulos de Tiempo Anfibio, Marisa Andrea Pucheta. 

La misma historia que describe el párrafo anterior, se ve reflejada en muchos pasajes del libro. La sensación final es que el rock elige a la persona y no al revés. El desafío es, una vez que tu corazón empieza a latir más fuerte, mantenerlo en ese ritmo para no terminar con un infarto. Lo mismo pasó con Tiempo Anfibio. Con una frecuencia alta por el resultado obtenido con el e-book, el público propuso hacerlo un poco más propio, abrazarlo, sentirlo, escuchar la voz del periodista, músico o productor que le recordara ese concierto, entrevista o programa, que en algún momento de su vida, le hizo creer que la felicidad era posible. 

“ …Y es que para mí hay cuestiones paradigmáticas para entender la autogestión en clave de creatividad y resistencia, una etiología que une calidad artística, compromiso social, búsqueda de rupturas y a la vez afianzar raíces; y, por supuesto, la poesía. De esta forma vemos que el periodismo, la literatura y la música confluyen en un mundo de estéticas, éticas y valores que, contrariamente a lo que muchos reaccionarios proponen, es un espacio de liberación, apertura y aceptación, quizá entendiendo esto en el marco de una mística que no logró apagarse del todo.

Hay figuras del rock de Córdoba que son imprescindibles para entender el mecanismo de la escena…”, escribe Santiago Pfleiderer.

Aún resta saber por qué en algunos momentos, dio resultados el “mecanismo de la escena” del que habla Santiago en su capítulo; como ocurrió en los ’80, con las bandas de rock cordobesas que llegaron a grabar discos en Buenos Aires, o en la actualidad, cuando el único festival “made in Argentina”, que está en carrera -a pesar de la pandemia-, es el Cosquín Rock. Lo triste sería descubrir que esa mística se evaporó como la última gota de agua, secada por el sol. Pero en el horizonte se perciben nuevas olas, nuevos gritos de artistas que nadan contra el sistema en búsqueda de un puerto dónde poner ancla y hacer conocer su arte. En ese contexto, los dos libros sobre el rock local editados por la Universidad Nacional de Córdoba, nos dejan pensando: Si ellos lo hicieron ¿Por qué otros no pudieron? Este es uno de los grandes desafíos del “ecosistema rock” de Córdoba -artistas, producción, medios-. No quedarse en la queja, o flotando al aguardo de que la corriente de aire los deposite en el estrellato.

“Nunca supimos cómo fue lo de Gustavo Santaolalla , si es cierto que quería conocernos, pero cuando vino para hacerlo, nos habíamos cambiado de casa porque nos robaron los instrumentos, y nadie sabía dónde estábamos. Igual, no estábamos dispuestos a que pase la gran Árbol, que les hizo cambiar el baterista. No íbamos a dejar que nadie se adueñara de esas poquitas canciones y sonidos que era todo lo que teníamos … José Servetto, falleció el jueves 21 de febrero del 2019, a la edad de 62 años. Se fue una estrella de rock sin que muchos supieran que lo era”, explica, Mario Valenzuela, ex bajista de Rastrojero Diesel, en una parte de la entrevista.

Tal vez, llegó el momento de reconocer al vecino, a esa persona que un día nos dijo que era músico, periodista de rock y que tenía un programa en una radio o publicaba un fanzine. Porque en ellos, está víva la Córdoba que rockea; la docta profunda, recorrida primero por Yo estuve ahí y ahora en Tiempo Anfibio, presentada de un modo más personal y enfocada en la historia más reciente, con más de cuarenta voces entre articulistas y entrevistades: Jorge Cueto, Marcelo Gómez, Carlos Ariaudo, César Cuello, Mario Postay, Adrián Suppo, José Emilio Ortega (quien además hizo la edición, junto a Juan Conforte), Ewge Muñoz, Daniel Giraudo, José Palazzo, Elisa Robledo, Ricardo Taier, Santiago Ramos, Maxi Carranza, Silvia Velásquez, Jorge Kasparian, Diana Fonss, Carlos Javier Barrera, Luciana Mora,  entre otres. Retratada en dos imponentes dossiers fotográficos, la mayoría de ellas aportadas por Eduardo Las Heras y Jorge Cueto.  

El futuro es hoy y no llegó para quedarse. Quizá, porque todo tiempo es anfibio. 

por Carlos Rolando (compilador de la obra)