Pequeño y grande: corto por su estatura, largo de su apellido original, el vasco Bolívar Jauregui, y el de su nombre, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, pero mucho más significativamente  por su larga valentía, el que cantado como Simón Bolivar Simón no cuenta su historia de siglos, sino que  la escribe en tan sólo media centuria: muere a los 47 años.

“El hombre de las dificultades”, se decía. No era moreno, pero si casi cholo (indígena, negros, blancos),  no era  casi tape (petizo, aindiado, pardo) , pero  si mulato, no era casi pardo (hijo de negro con blanco o mestizo con rasgos negroides, afrodescendientes), pero si mestizo con rasgos negroides, afrodescendiente.

Bolívar fue un líder sin complicaciones, que sabía a dónde quería llegar, y puso todo su empeño, energía y creatividad en conseguir su objetivo a partir de su formación con la lectura de los pensadores de la Ilustración, como Locke, Rousseau, Voltaire y Montesquieu.
Midiendo en fríos números: transitó 123.000 kilómetros a caballo, más que lo navegado por Colón y Vasco da Gama juntos y recorrió 10 veces más territorio que Aníbal, 3 veces más que Napoleón, y el doble que Alejandro, 6500, casi media vuelta  a la Tierra. En sólo aparente contradicción con su indiscutible y dominante liderazgo, su ejército jamás conquistó, liberó media América para hacerla entera geográficamente y grande patrióticamente.

En Guayaquil vibran todas las voces, todas. 
“Simón Bolívar, razón, razón del pueblo profunda,  
antes que todo se hunda vamos de nuevo Simón.  
Simón Bolívar, Simón, en el sur la voz amiga, 
es la voz de José Artigas que también tenía razón.” 

En sus propias palabras. “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo.”