Me lo contó un uruguayo, de esos que dicen de sí mismos: “Casuales, casualidades me llevaron a nacer en un lugar escondido tan chatito y tan perdido que en el mapa no se ve.”, al que a su vez se lo había contado un compatriota.

La energía siempre es un problema, me dijo, sobre todo, cuando no se tiene.

Por eso, en un pueblo de cuyo nombre nadie consigue acordarse, decidieron atrasar los relojes para ahorrar energía eléctrica.

A las 0 horas del día 25 pasarían a ser las 23 horas del día 24. De este modo, la gente que tuviera que levantarse a las 7 del día 25 no tendría que encender ninguna luz porque en realidad serían las 8 y el sol estaría en plena actividad.

Cuando llegó el momento, las 0 del día 25, la gente del pueblo, obediente como era, atrasó los relojes, pasando a ser entonces las 23 horas del día 24.

Una hora después, los relojes volvían a marcar las 0 del 25, vuelta a atrasar los relojes y vuelta a las 23 del 24.

Pero una hora después, los relojes volvieron a marcar las 0 del 25 y nuevamente los nativos los atrasaron y... ¿sabés que hicieron? Se pusieron a esperar que pasaran los sesenta minutos que faltaban para atrasar los relojes.

Pero algunos ya tenían sueño y se fueron a dormir, no sin antes dejar turnos establecidos de modo tal que siempre hubiera alguien despierto a la hora de atrasar el reloj.

A la mañana siguiente seguían siendo las 23 del día 24, y una hora después eran las 0 del 25 e inmediatamente después volvían a ser las 23 del 24.

Faltaban ocho horas para que abrieran las oficinas y los comercios y, una hora después, ¿sabés cuantas faltaban?...nueve...

Esto conmovió a toda la sociedad, y tres días después del cambio de hora, el gobierno central interpretó la actitud de los lugareños como huelga general por tiempo indeterminado y el ejército  arrasó el pueblo por subversión calificada y los pocos nativos que sobrevivieron partieron al  exilio del que nunca regresaron.

Pero la medida resultó estéril.

Una hora después, los relojes, ellos solitos, como sintiendo...nostalgia...de sus disciplinados dueños, volvieron a atrasarse.

Mi gomía charrúa cerró diciendo: Tal vez porque hasta ahora se han dado sobradas y acabadas pruebas de no haber, ningún remedio para estos dos males: la sumisión y… el  atraso.

Eso es puramente cierto, coincidí... ¿Pero vos crees que todo el relato es cierto?

Sí, me dijo el cisplatino.

Será porque crees en el otro yorugua que te lo contó…

“Creo que si…” y sonrió.

Como lo harás vos, cuando veas el video en el que el relator original te canta la verdad de esos tiempos.