El fin de los Beatles, que tiene como fecha “oficial” el 10 de Abril de 1970 (cuando se publicó la noticia de que Paul dejaba el grupo), fue un largo proceso de desencuentros, que dejó perplejo al mundo (en aquel momento la música tenía un poder social del que hoy carece); y que sigue siendo motivo de análisis.

Luego de unos pocos años en los que vivieron mil vidas (“cada año con los Beatles eran mil años”, George dixit), con una metamorfosis asombrosa, la burbuja explotó. “The Dream is Over”, cantó John en “God” (1970), y el tiempo le dio la razón.

Habían crecido. En 1969, “Anochecer de un día agitado” parecía algo de siglos atrás, y sólo habían pasado cinco años, entre los que estaban –entre otros- Help!, Rubber Soul, Revolver, Sgt. Peppers, el Álbum Blanco. Varias “eras”, que daban paso una a otra cada seis u ocho meses. El cambio, la mutación en sus personalidades, fue asombrosa.

Y no había espacio para más.

Como en todo divorcio, las causas son múltiples, tanto remotas como cercanas. El problema es que aquí era un divorcio entre cuatro, y expuestos a todo el mundo, literalmente.

Mc. Cartney, workaholic insoportable; Lennon, inmanejable, sumergido en las drogas, y constantemente cambiante; Harrison, cansado de ocupar un incómodo tercer lugar; la aparición de Yoko (quien fue la víctima directa de la opinión pública, como causante, pero que en realidad fue impuesta por John, en el medio de los cuatro); la muerte de su mánager, Brian Epstein; la aparición de Allen Klein, su nuevo mánager (uno de los más grandes responsables de la separación, que enfrentó a Paul ante los otros tres); la actitud dictatorial de Paul; los diversos caminos musicales y artísticos que cada uno deseaba tomar; los enormes problemas económicos de Apple, la empresa que habían creado; la presión insoportable de la prensa; la necesidad de espacios propios para cada uno; la vida constantemente acelerada, a mil, de cada uno de ellos en lo individual y en lo grupal; unos egos enormes… y un talento inmenso.

Estas, y muchas más, fueron las razones que confluyeron, haciendo que una de las mayores Historias de Amor (“Amor verdadero entre cuatro personas”, Ringo Dixit), explotara con la misma intensidad afectiva, ahora en el marco del resentimiento, los reproches y los cuestionamientos mutuos.

Sólo Ringo, y nadie más que él, mantuvo siempre una actitud componedora y sanadora, siendo el inevitable y necesario punto de encuentro de todos, en los amargos años posteriores que siguieron.

Los cuatro quedaron severamente afectados en lo emocional. Basta con ver sus rostros, en las fotografías de los primeros años, en varias de las canciones de esa época.

Y les llevó bastante tiempo recomponerse, ellos en sí mismos, mirar para atrás, y reconciliarse con su historia, que había sido algo sin igual. El paso del tiempo, la trágica muerte de John, y el lugar en que el Mundo los puso, los llevó (también con idas y vueltas), a terminar por aceptar su historia, su lugar en ella, y –fundamentalmente- el inmenso cariño y la unión que tuvieron.

¿Qué es, sino, todo esto, lo que sucede en un divorcio?

Lennon fue el primero que lo dijo, en septiembre del 69, cuando en una reunión en Apple le dijo a Paul: “quiero el divorcio, como cuando me divorcié de Cynthia”. Pero no lo hizo público, porque –como en todo divorcio- no estaba seguro de dar el paso. Tanto que, pocos meses después, lo buscó (junto a George) a Phil Spector, para hacerse cargo de las cintas de Let It Be.

En algún momento, en ese Enero del 69, George dijo que quería sacar un disco solista. Y John le dijo que le parecía bárbaro, diciendo ambos que podían ellos seguir colaborando en “lo más importante” (los Beatles)… ¿una manera de seguir adelante, diferente hasta esos días?

Pese a todo, los otros tres grabaron “I me Mine” en Enero del 70.

Pero todo explotó cuando Paul hizo público lo que Lennon había dicho seis meses antes. Y no hubo vuelta atrás, cuando el último día de 1970 Paul los demandó por la disolución de su sociedad. El tiempo le daría la razón. Incluso John, en una entrevista de 1973 (luego de que él, Ringo y George despidieran a Allen Klein), lo reconoció. Pero en aquél momento, el juicio cerró toda posibilidad de un reencuentro.

De todas maneras, en algunos momentos, hubo acercamientos, tanto en lo personal, como en los discos. El más notable fue el disco Ringo, de 1973, en el que tocan los cuatro, aunque en un solo tema lo hacen tres de ellos juntos (George, John y Ringo en “I’m the greatest”). Pero nunca se reencontraron los cuatro, a solas, en una misma habitación. O, al menos, no hay registros de ello. Es como que el Destino se las ingenió para que no sucediera.

La muerte de John, que se había reconciliado con su pasado (aunque no totalmente con George y Paul), fue un final definitivo, más allá de la “reunión” de los 90 en Anthology.

Incluso varios juicios entre ellos, los siguieron alejando. Cuando los Beatles fueron introducidos en el Hall de la Fama del Rock & Roll, en 1987, Paul no fue porque estaba en medio de un proceso en contra de los otros, que lo habían demandado. Paul y Yoko siempre tuvieron rispideces, y varias idas y vueltas. A George siempre le costó aceptar nuevamente a Paul. Siempre fue Ringo, invariablemente Ringo, el lugar común entre todos ellos.

Lennon dijo que “si quieren recordar, allí están todos los discos”, porque volver a los Beatles era como “volver a la escuela”. O sea, una etapa cerrada, un ciclo terminado. Aunque también varias veces afirmó que podrían reunirse de nuevo. Pero no sucedió.

Todo ese tiempo los engrandeció, tal vez mucho más de lo que fueron en su momento. Hoy son uno de los íconos culturales de la Historia de la Humanidad. Paul, incansable, es uno de los grandes responsables de que los Beatles ocupen hoy el lugar que tienen; la temprana muerte de John, que lo elevó a la categoría de Mito, es otra de las causas de este fenómeno.

Pasaron ya 50 años. Hacer historia contrafáctica, es sólo especular. ¿Qué hubiera pasado si…? ¿Qué hubiera pasado si no…? Nunca lo sabremos.

Los Beatles fueron un fenómeno único. En lo artístico, en lo musical, en lo social, en la globalización, en la moda, en las técnicas de grabación, en la política incluso, y en tantos otros aspectos.

Pero, esencialmente, tenemos su música.

Todo, siempre, vuelve a su música.

Esas catorce placas (en trece discos), y dos más con los singles, dejando de lado todo lo demás, que es muchísimo, y que circula en el circuito oficial y el del coleccionismo.

Canciones que siguen sonando. Que todos conocen. De excelsa calidad. Que no cansa escuchar. Que nos transportan (incluso a los que no vivimos esa época) a un lugar de ensueño, de eterna juventud, de alegría, tristeza, dolor, esperanza y amor, donde todo parece posible. Y tal vez, lo sea.

Peace & Love.