A lo largo de tres capítulos la serie creada por Jorge Laplace (coguionista del documental “100 días con la Tata” que pueden encontrar en Netflix) recorre la historia del grupo Locomía desde el momento en que su creador, Xavier Font, abandonó Barcelona y se instaló en Ibiza, a mediados de los ochenta, dispuesto a crear una tribu urbana.

Xavier compartía entonces casa (un molino con un gran colchón en el medio y mucho desorden) con su hermano Luis, su novio/amante Gard Passchier (un divertido holandés al que conoció en la isla y que queriendo decir “la locura es nuestra” dijo “locomía” dándole nombre al grupo) y su amante/novio Manuel Arjona (un adolescente procedente de una familia conservadora que llega a la isla como el “novio oficial” de Xavier).

Los cuatro pasaban el tiempo diseñando los maravillosos vestuarios que se ponían, coreografiando movimientos con abanicos y bailando en el KU Club. Hasta que un día, los dueños de aquel local los contrataron para bailar sobre su enorme escenario y entretener a su público asiduo.

La serie se erige como una digna sucesora de otras apuestas previas de Movistar+, como las series documentales Raphaelismo y Lola, repasando cronológicamente, al detalle y sin tapujos, una historia que carece del glamour de otras producciones de estrellas musicales (como Halftime de Jennifer Lopez recientemente estrenada en Netflix) pero, a cambio, aporta la honestidad (que no humildad en este caso) que derrochan los integrantes que fueron pasando por el grupo.

El carisma de Locomía encandiló a celebridades como Freddie Mercury, a quien le regalaron unos zapatos de punta que éste usó en el videoclip de I’m Going Slightly Mad.

Pero su éxito comenzó a despertar demasiados celos, odios y envidias en Ibiza, hasta el punto de que, una noche, el molino en el que vivían todos juntos fue quemado intencionalmente. Eso, unido al hecho de que Manuel empezó a tener problemas con las drogas y que la formación sufrió algún cambio (Carlos Armas, el adonis de pelo largo, sustituyó a Gard tras comenzar un romance con Font), llevó a que los locomías optaran por abandonar Ibiza.

Por aquellos días, entró en escena el ejecutivo discográfico José Luis Gil, que se enamoró del desparpajo del grupo después de verlos actuar una noche. El que fuera presidente de Hispavox (que ya había trabajado con gente como Miguel Bosé, José Luis Perales o Rafaella Carrá) habló con ellos y les ofreció formar una banda de música para bailar. “La música hace que Locomía deje de ser una anécdota ibicenca de temporada para convertirse en un grupo de éxito internacional”, comenta orgulloso Gil en el primer capítulo. Acto seguido, se lleva a los chicos a Madrid y los pone a tomar clases de baile. Tras inculcarles algo de disciplina (esto a Xavier Font no le gusta para nada), fichó al productor Pedro Vidal, incorporó al grupo al muchacho rubio Juan Antonio Fuentes (en sustitución de Luis Font), y lanzó el que sería el primer disco de Locomía, Taiyo (1989), repleto de temas pegadizos. En el contrato hay unas cláusulas extremadamente polémicas que la serie desarrolla (por ejemplo, no podían manifestar su orientación sexual), como también nos da un pantallazo socio político de la España de esos días.

A partir de aquí todo será una batalla entre Xavier Font y José Luis Gil.

Y es que si Font creó una estética que no dejaba indiferente a nadie, Gil se encargó de darles el sonido pegadizo de la era, adentrándolos en el terreno musical que los haría saltar al estrellato. 

¿Quién creó Locomía? ¿Qué fue más importante: un comienzo artístico, anárquico y libre o un desarrollo musical –pobre- que los catapultó al mundo y los lanzó a la fama?

Estas preguntas nos resonarán una y otra vez a lo largo de la docuserie que se pasa volando y que se ha convertido en el mayor éxito de audiencia de no ficción de la plataforma Movistar+ en 2022 a tan solo tres semanas de su estreno.

Font cree que él y su estética diseñada para el grupo es lo que caracteriza a Locomía y sin ello no hubieran existido. Gil dice que fue la música que él impulsó lo que le dio entidad. Tal vez fueron los dos factores.

En el recuerdo de aquellos que vivimos su época de éxito, tenemos grabados los abanicos y los zapatos de punta, mientras se nos vienen a la cabeza las frases: Disco Ibiza Locomía. Moda, Ibiza, Locomia. Loco, Ibiza, Locomia. Sexo, Ibiza, Locomia…