“Para vos, lo peor es la libertad, estoy rodeado de viejos vinagres” Luca.

La cosa es más o menos así. Para ser sintético. Desde que la música se convirtió en un bien cultural de consumo masivo y popular dejando de pertenecer al reservorio de las elites que podían asistir a teatros, para presenciar operas o conciertos sinfónicos, esto es, desde la irrupción de la radio y la distribución de música producida en soportes de reproducción hogareña. Somos testigos de un fenómeno repetitivo y cíclico. Cada un determinado periodo se produce un recambio generacional que incide directamente en el consumo y la producción de música. Algo así como un cambio de paradigma o lo que los especialistas suelen definir como movimiento. Hay una idea de fe poética a la que prefiero suscribir, esta propone que cada época, cada periodo político, social y cultural suena de una manera distinta. Suena como la música que represento lo represento. Estos cambios suelen ser procesos donde las nuevas generaciones son atacadas y descalificadas por las anteriores, muchas veces con pasión desmedida y desproporcionada. Si lo pusiéramos en clave dialéctica, sería paradójico, los jóvenes que bregaban por la libertad y la juventud mientras eran atacados y descalificados suelen convertirse en lo que detestaron. Tautología.

La identidad es, como sabemos, una construcción en transcurso permanente. La música suele ser un espacio increíblemente significativo en su elaboración colectiva. También en el ejercicio de poder blando. Estamos en el año 90 un lunes 31 de enero. Se abren las puertas del primer McDonalds de la Unión Soviética, ¿el lugar elegido? ni más ni menos que frente al Kremlin. Paso la perestroika y termino la guerra fría. Sería la génesis de una de las décadas más prolíficas del rock, este, soportaría la construcción de una identidad colectiva, la de jóvenes que se separaban de los valores americanos, eran hijos de familias de clase media obrera que no encontraban lugar en el sistema. Primero Boston y la aparición de The Pixies, para luego terminar su metamorfosis en Seattle y ser el grunge. Claro que en ese momento también el movimiento grunge fue descalificado y maltratado por su supuesta baja calidad instrumental, compositiva y de técnica sonora. Se estaba gestando una identidad que representaría la década. Del otro lado, desde Manchester Oasis presentaba bajo el titulo definitely maybe su primer disco y fundaría otro movimiento, uno que actuaria en tándem, este, claro, también bajo un manto de rechazo, aunque, debemos decir, menor al que toleraba el género americano.

Dillom lo ultimo del trap habla de identidad

Es diciembre de 2021 y un estadio con sold out clama a un artista de 21 años que todavía nunca presento un disco. Se trata de Dillom. Antes, a principio de año, ya había agotado dos noches en el inmenso y para muchos inalcanzable hipódromo de Palermo. En spotify sextuplica la cantidad de reproducciones de la beriso y su último video en youtube tiene veinte millones de vistas “OPA”, media argentina.

En la presentación de “Post Mortem” titulo del material discográfico, Dillom llega al estadio en un cortejo fúnebre. El personal de servicio de sepelio, baja del vehículo que lleva su nombre y el epitafio RIP, y descarga un ataúd con él en su interior, se suman algunos amigos en duelo a cargarlo y lo ubican en el escenario. El rostro del público empata entre el desconcierto y la euforia. Esa noche moría Dylan Masa (nombre real) y de ese ataúd se levantaba ya definitivamente Dillom. El disco es una obra sin desperdicio, desde su portada, sus letras, repletas de guiños literarios, musicales, cinematográficos, y políticos. Pero no es solo eso, es, además, una pieza casi conceptual, triste, profunda, cínica y sagaz sobre la construcción de identidad propia y la angustia.

El disco con clave literaria, se compone de 14 canciones que componen cuerpos distintos, entre ellas interludios, donde participan con relatos enclavados en lógica y cadencia de cuento infantil por ejemplo Mario Pergolini o Diego Capussoto.

DILLOM - PELOTUDA (Videoclip Oficial)

Argentina de nuevo en el centro de la escena

En la última entrega de premios Grammy un argentino de 21 años se ubico en el centro de la escena latinoamericana con nominaciones de altísimo prestigio. Es además uno de los artistas más escuchados del continente. Otra curiosidad, nunca canto, no es frontman, es productor, se hace llamar Bizarrap y empezó en su cuarto subiendo videos en internet. Fue nominado al grammy latino por cuatro categorías: mejor fusión/interpretación urbana, mejor canción rap/hip hop, mejor artista nuevo y productor del año. Esto representa un claro respaldo de la industria a su carrera. Bizarrap es criticado y objetado por el rock, graba sus videos en un cuarto solo el y el artista invitado, con dos cámaras fijas, en el mismo formato que desde su inicio y alcanza en algunos 200 millones de reproducciones, veamos porque el centennial mas escuchado del mundo interesa tanto a la industria.

Los ingresos totales de la música en el año, fueron según (lfpi Federación Internacional de la Industria Fonográfica) de US$21.600 millones de dólares. El streaming contabilizó 443 millones de usuarios de suscripciones pagas a finales del mismo año. Los ingresos de América Latina crecieron 15,9% interanual, la tasa más alta en todo el mundo representando US$648 millones. Pensemos que hoy de los usuarios suscriptos a las plataformas streaming se llevan el protagonismo los menores de 25 años. Pensemos que en los estados unidos los ingresos de la música latina durante 2020 aumentaron un 37% superando en ese entonces los 407.000 millones de dólares y durante el 2021 superando los 500.000 millones. Pensemos que Argentina es protagonista nuevamente de un fenómeno nuevo, joven, fresco. Pensemos en una oportunidad.

Ahora pensemos en Córdoba.

Los centennials se están haciendo cargo del futuro.