Si fuera verdad lo que afirmaba el archipremiado cineasta franco-suizo Jean Luc Godard, “La fotografía es verdad. Y el cine es una verdad 24 veces por segundo”, sería cierto que Córdoba sería tan isla como “Queimada”.

Estaba escrito. Escrito y filmado.  

A partir, paradójicamente, de un nunca más: Marlon Brando después del asesinato en 1968 del reverendo Martin Luther King, señaló que se retiraba del cine y, que dedicaría todos sus esfuerzos a luchar por la causa de los Derechos Civiles.

Pero el nunca más,  se transformó en nunca digas nunca jamás. El nunca digas, nunca jamás, se produjo, cuando Gillo Pontecorvo director italiano ofreció a Brando el papel de William Walker, un agente provocador inglés en el escenario de una isla en el archipiélago de las Antillas, llamada "QUEIMADA"; Brando había rechazado la proposición de Elia Kazan de filmar "El arreglo"; pero, el argumento de Pontecorvo, que relataba una rebelión de negros contra la explotación colonialista portuguesa y el intervencionismo inglés en la nombrada isla lo convenció; "Queimada" tocaba las raíces del problema de la desigualdad racial; sin duda esta era una motivación, en el campo de la actuación, desde donde el actor consideró habría de aportar a la causa de los Derechos Civiles.

Aunque quizás haya pesado en la elección del gran Brando el hecho de que Elia Kazan había declarado ante el Comité de Actividades Antinortemariacanas en la época del macarthismo y la caza de brujas contra sus antiguos compañeros del Partido Comunista, mientras que Gillo Pontecorvo venía de filmar en 1966 la extraordinaria “Batalla de Argel” alegato contra el colonialismo en general y el francés en particular, en el que se narra la guerra entre el poder colonial francés y el Frente de Liberación Nacionalargelino, película  por la que obtuvol León de Oro en la Mostra de Venecia.

Los hechos en los que se basa "Queimada" fueron reales. En 1520, en el Caribe, los españoles incendiaron una isla entera para acabar con una revuelta indígena. La isla pasó a conocerse como Quemada y se repobló con esclavos negros procedentes de África para dedicarla al cultivo de la caña de azúcar. Pero la peli fue rodada en gran parte en Colombia

En el filme de Pontecorvo, William Walker es un noble inglés, a quién el gobierno de su Majestad Británica envía al Mar Caribe, a la isla Queimada, con el propósito de romper el monopolio portugués del azúcar. La historia que empieza en 1845, narra como Walker hace estallar una rebelión en la isla, crea de la nada un líder revolucionario, le enseña a robar primero, después a matar en defensa propia y, luego en defensa de los de su clase.

Encontramos a Sir William Walker, reunido con los gobernantes y los inversionistas ingleses; la pregunta es: ¿qué pasaría si el negro rehusara ser esclavo y no quisiera ser obrero; ser el amo?, la respuesta, "intervenir en la sublevación o ser barridos; sus esclavos en lugar de volverse obreros, no serán sus amos, se convertirán en sus verdugos".

El líder revolucionario José Dolores intenta la revolución contra todas las formas de opresión pero la isla una vez más acaba quemada: el plan diseñado por Walker se cumple matemáticamente, y triunfa la rebelión pero, el jefe José Dolores, de raza negra, humilde, ignorante, casi cobarde al principio, habrá de resignar el poder a favor de los criollos, comerciantes, pequeños hacendados, grandes ricos; instruidos, astutos y mañosos políticos. El mercado de la caña de azúcar en manos inglesas, y los sublevados devueltos  a la servidumbre.

Diez años después de la declaración de la independencia de la isla, el gobierno apatronado por los ingleses, con intereses monetarios desde 1847, es peor o mucho más que los dominantes portugueses. Estalla una nueva rebelión comandada por aquel José Dolores que en 1845, reconociendo su falta de capacidad, su falta de cuero político para gobernar, se había retirado a su parcela en el campo.

Esta vez, se subleva contra los nuevos amos que administran Queimada, la Royal Sugar Company que tiene la franquicia de explotación del azúcar por 99 años; ésta y el gobierno contratan a Walker para una solución final al problema, el exterminio de José Dolores y sus huestes que se han convertido en guerrilla.

Perseguido, acosado sin cuartel, el rebelde es capturado. En dramático momento, conversa con sus captores otros negros como él, y les explica, "El fuego no lo destruye todo, siempre quedará una brizna de yerba, hormigas, una primitiva forma de vida, así después de nosotros vendrán otros y luego otros, conclusión, nunca nos podrán destruir…". 

En las escenas finales, en el colmo del cinismo, Walker enseña a los verdugos hasta a hacer el "nudo inglés", para la horca en la que José Dolores habrá de ser ejecutado, con La Union Jack batida por el viento de un amanecer sangriento, en nombre de la Corona Británica. 

Pero contra lo previsible de que casi siempre los maquiavélicos mueren de vejez en su cama, a Walker antes de enterrarle en las entrañas un rudimentario puñal, los vencidos le leen su epitafio: "le llevo las maletas señor".

En relación a la película de Pontecorvo, la Isla de la Quemada Grande en la costa de Brasil, es el hogar de una de las serpientes más venenosas del mundo. Las leyendas locales dicen que hay cinco serpientes por cada metro cuadrado, aunque los documentalistas afirman que en ciertos lugares hay hasta una serpiente por metro cuadrado.

Pero existe un antídodo: pueden ser eliminadas por los incendios forestales. Y “queimada” es una mezcla de gualicho y  droga a la que se le atribuyen facultades curativas y se afirma que, tomada tras la pronunciación del conjuro, funciona como protección contra maleficios, además de mantener a los espíritus y demás seres malvados alejados del que la ha bebido.

En Cordoba, que uno sepa, nadie ha hecho un inventario del serpentario.

Aunque sea una isla a la que si la incendiamos (volvemos a ) espantamos las víboras (empezamos a).

Hay sólo una “i” de diferencia con la peli.