Hay una promesa generalizada por parte de los proveedores de agroquímicos y de los gobiernos: la incorporación de tecnología a la producción de alimentos debe reducir la cantidad de pesticidas aplicados y, sobre todo, la presencia de estas sustancias en la naturaleza en general y en los organismos vivos en particular.

Sin embargo, no hay ningún estudio desarrollado por organizaciones independientes que muestre avances en este sentido. Muy por el contrario, cada vez que se accede a datos públicos sobre muestreos efectivamente realizados, el panorama es desolador.

En el Viejo Mundo, contaminaciones nuevas

Un informe que acaba de publicar la rama europea de la ONG Pesticide Action Network “examina el alcance de la contaminación de las frutas y hortalizas producidas en la UE y los patrones de contaminación a lo largo del tiempo”, para concluir que “el aumento en la frecuencia de venta de frutas y verduras contaminadas a los consumidores va de la mano con un aumento en la intensidad de los pesticidas utilizado y con un uso cada vez mayor de combinaciones de sustancias químicas”.

Los ejemplos son muy gráficos: para 2019, la mitad de las peras producidas en Europa estaban contaminadas con hasta 5 de estas sustancias, con la cifra trepando hasta 85 % para las peras cultivadas en Portugal o al 87% en Bélgica.
El análisis se realizó sobre los resultados de un programa europeo de muestreo oficial lo suficientemente grande “como para ser considerado representativo de la exposición del público en general”. 

Probablemente lo más preocupante del resultado es que no sólo refleja que gran parte de las frutas y verduras que se consumen están efectivamente contaminadas, sino que, por añadidura, la proporción crece año tras año.
Más ejemplos muestran esta evolución: los kiwis estaban "casi" libres (4%) de estas sustancias tóxicas en 2010 pero casi un tercio (32%) estaban contaminados en 2019; en el mismo período las muestras de cerezas contaminadas pasaron de 22% a 50%.

En el balance global, el análisis de casi 100.000 muestras de frutas de cosecha propia en Europa encontró un aumento del 53 % en la contaminación por los pesticidas más peligrosos durante el período de nueve años.

Las sustancias bajo análisis forman parte de la categoría de plaguicidas más peligrosa y más estrictamente regulada, vinculada a una serie de enfermedades crónicas como el cáncer, los problemas cardiovasculares o la diabetes, pudiendo ser también altamente tóxicos para el medio ambiente.

El panorama en estas pampas

No parece ser mejor la situación en nuestro país, con el agravante de que, aunque los muestreos existen, acceder a ellos puede requerir solicitudes formales y abogados.

Para encontrar datos oficiales, hay que sumergirse en la tarea de las ONGs. Es interesantísimo el reporte cuyos autores encabeza la prestigiosa luchadora internacional Vandana Shiva, realizado por la ONG Naturaleza de Derechos, que ya tiene experiencia en lidiar con las barreras para obtener información oficial. En 2017 debió batallar, para conseguir que el Senasa diese a conocer sus estadísticas sobre los análisis realizados en los mercados de abasto de la Ciudad de Buenos Aires, La Plata y General Pueyrredón. 

En su trabajo más reciente, "El veneno continúa llegando al plato" (feb 2021) muestra datos similares a los europeos: Senasa detectó 7869 casos positivos de presencia de agrotóxicos en un grupo de 48 frutas, verduras y hortalizas según refleja la propia información del organismo oficial entre los años 2017 y 2019.

En el 31 por ciento de los casos, los agrotóxicos presentes en los alimentos superaban los límites legales ordenados por el Senasa, mientras que en el 47 por ciento de los casos positivos se hallaron principios activos que están cancelados en la Unión Europea (UE).

En un artículo con datos de 2016, Sergio Federovisky - actual Viceministro de Ambiente en nuestro país, presentaba datos igual de alarmantes.
Según el artículo, “los expedientes de los operativos realizados en 2016 evidenciaron que el 65,4% de las partidas de apio contenía concentraciones de insecticidas y fungicidas por encima de los LMR (Límites Máximos de Residuos) que fija la normativa vigente en la Argentina para este tipo de alimentos. Solo en ese producto se constató la presencia de 21 agroquímicos, entre ellos el insecticida endosulfán, de uso prohibido en la Argentina desde mediados de 2013”. 

En el balance general, se estimaba entonces que más del 50% de la verdura analizada en el Mercado Central era descartada por exceso de agrotóxicos detectado en sus laboratorios y, en un escenario alarmante de por si, los técnicos de los laboratorios del Mercado Central sostenían que en los últimos años los hallazgos de sustancias no aptas para el consumo humano aumentaban a razón de 5% anual.

Los pimientos encabezan la lista.
Los pimientos encabezan la lista.