Muchos expertos creen que las pruebas que analizan sustancias en la sangre que podrían indicar cáncer representan un nuevo capítulo en la detección de la enfermedad. 

Así lo cuenta un interesante artículo firmado por Marlene Cimones, que publicó esta semana The Washington Post.

En el estado actual, las pruebas pueden ser especialmente útiles para detectar cánceres "silenciosos", como el cáncer de páncreas o de ovario, que a menudo no causan síntomas hasta que la enfermedad está avanzada y es más difícil de tratar.

Este nuevo tipo de análisis de sangre mide “señales” del cáncer, regularmente sustancias biológicas liberadas por los órganos enfermos, como fragmentos de ADN tumoral. Algunos incluso pueden identificar el órgano o tejido involucrado.  Hay en la actualidad no menos de 20 “kits” en diversas etapas de desarrollo.

Estas pruebas son ahora posibles por los avances tecnológicos y científicos de los últimos años, incluidos los descubrimientos en biología tumoral, herramientas de aprendizaje automático y la capacidad de reconocer el ADN circulante y otras sustancias en la sangre.

Algunas pruebas se centran en un tipo de cáncer particular, como la prueba Shield de Guardant Health, que busca cáncer colorrectal. Otros detectan múltiples cánceres, incluidos Grail's Galleri y Exact Sciences' Cancerguard, cuyo precursor CancerSeek fue desarrollado y estudiado por investigadores del Johns Hopkins Sidney Kimmel Cancer Center. 
Los costos de las presentaciones que ya están disponibles al público norteamericano oscilan entre 800 y 1000 dólares.

Debe hacerse notar que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) no otorgó aún aprobación final a ninguna de las pruebas, pero si están autorizadas como pruebas “de laboratorio” según las regulaciones federales que permiten su uso en ciertos entornos. Los test no están cubiertas por Medicare ni por ningún otro seguro.

Eficacia diagnóstica

Estos ensayos no proporcionan un diagnóstico; un resultado positivo seguramente dará lugar a pruebas de imágenes o biopsias adicionales. Por el momento, no están listos para reemplazar las pruebas de detección estándar, como la colonoscopia, la mamografía o la prueba de Papanicolaou, pero podrían complementarlas.

Un estudio de Galleri, por ejemplo, encontró que la prueba predijo la ubicación del cáncer con un 88 por ciento de precisión. Un estudio de la prueba de cáncer de pulmón Delfi informó una precisión de más del 90 por ciento, y un estudio de Guardant Health's Shield mostró una precisión del 83 por ciento en la identificación de pacientes con cáncer de colon.

Si bien estos hallazgos son prometedores, los expertos advirtieron sobre los inconvenientes. Hasta ahora, no hay evidencia de que encontrar cáncer mediante un análisis de sangre se traduzca en una supervivencia más larga, menos muertes, o incluso, en una cura.

Por ejemplo, el cáncer de cerebro frecuentemente es un objetivo difícil de alcanzar para la detección temprana. Es que este es un cáncer que se propaga rápidamente, incluso cuando es temprano y muy pequeño, por lo que a menudo no es curable ni siquiera cuando es detectado en prematuramente.

Los estudios muestran que las tasas de falsos positivos y negativos son bajas entre los nuevos análisis de sangre para el cáncer, pero no son nulas. 
De este modo, como siempre que aparecen nuevas tecnologías en detección de enfermedades, su aplicación debe contemplar los errores de diagnóstico: un falso positivo podría provocar ansiedad y pruebas más invasivas y costosas; un falso negativo podría generar una sensación equivocada de seguridad y llevar a los pacientes a renunciar a las pruebas de detección convencionales comprobadas.

Probablemente faltan varios años para que las pruebas se utilicen de forma generalizada porque quedan muchas preguntas sin respuesta, como por ejemplo si su uso debe basarse en la edad, los factores de riesgo o los antecedentes familiares. 
Lo cierto es que un nuevo capítulo de la batalla contra esta terrible enfermedad se escribe en  laboratorios de todo el mundo.