En un planeta donde no para de crecer la demanda de energía y en el que las energías dominantes conducen a la catástrofe, la eliminación de los combustibles fósiles es sólo una cuestión de tiempo. 
Pero los relojes no están sincronizados. 

Ocurre que, aún creciendo a ritmo vertiginoso, las energías alternativas no crecerán suficientemente rápido para reemplazar los combustibles contaminantes antes que estos calienten el planeta más de lo tolerable.

Se ensayan diferentes respuestas: algunos países apuestan todo a lo eólico, otros refuerzan los proyectos hidroeléctricos y otros dicen que harán transición utilizando gas, que es ligeramente menos contaminante que otros combustibles como el gasoil y el carbón.

Con absoluta confianza en que la tecnología desarrollada evitará catástrofes como Chernobyl o Fukujima, China eligió que su transición sea nuclear: a lo largo de este año ha presentado el amplio alcance de sus planes para esta energía, una ambición con nueva resonancia por los efectos de su tremenda dependencia del carbón, agitada como fantasma en la Cumbre del Clima COP26 en Glasgow. 

El mayor emisor del mundo, China, planea al menos 150 nuevos reactores en los próximos 15 años, más de lo que el resto del mundo ha construido en los últimos 35. El esfuerzo podría costar hasta $ 440 mil millones de dólares y a mediados de esta década, el país superará a los Estados Unidos como el mayor generador de energía nuclear del mundo.

Fuente: Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Fuente: Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).


China se pone al día

El gobierno chino tiene desde hace más de 30 años una clara apuesta por la energía nuclear fundada en tecnología propia. Junto con las energía renovables, forman parte imprescindible del objetivo del presidente Xi Jinping de lograr que la economía de China logre la neutralidad en carbono para mediados de siglo.

Pero a principios de este año, el gobierno señaló la energía atómica como la única forma de energía con objetivos intermedios específicos en su plan oficial de cinco años. Poco después, el presidente de la Corporación General de Energía Nuclear de China (CGN), respaldada por el estado, articuló el objetivo a más largo plazo: 200 gigavatios para 2035, suficiente para alimentar más de una docena de ciudades del tamaño de Beijing.

El plan final de China es reemplazar casi todos sus 2.990 generadores de carbón con energía limpia para el año 2060. Para hacer eso una realidad, la energía eólica y solar se convertirán en dominantes en la combinación de energía de la nación. La energía nuclear, que es más cara pero también más confiable, representará aproximadamente un tercio del total, según una evaluación realizada el año pasado por investigadores de la Universidad de Tsinghua.

Este empuje, sin dudas servirá también al propósito de exportar su tecnología al mundo en desarrollo y más allá, impulsado por una crisis energética que resalta la fragilidad de otros tipos de fuentes de energía.
Los vientos más lentos y las escasas precipitaciones han provocado un suministro menor de lo esperado de las represas y los parques eólicos de Europa, agravando la crisis, y el carbón y el gas natural caros han provocado restricciones de energía en las fábricas de China e India. Sin embargo, las plantas de energía nuclear se han mantenido firmes en su oferta.

Y, sin embargo, aún si China logra desarrollar los reactores nucleares más rentables, seguros y flexibles del mundo, es poco probable que EE. UU., India y Europa den la bienvenida a estos logros. 
CGN ha estado en una lista negra del gobierno de EE. UU. desde 2019 por presunto robo de tecnología militar. En julio, el Reino Unido comenzó a buscar formas de excluir a CGN del desarrollo de su reactor Sizewell. Iain Duncan Smith, miembro conservador del Parlamento, lo expresó sin eufemismos: "La energía nuclear es fundamental para nuestra energía eléctrica, y simplemente no podemos confiar en los chinos".

El costo financiero en el centro de la ecuación

Otros países tendrían que esforzarse para permitirse incluso una fracción de las inversiones de China. Pero alrededor del 70% del costo de los reactores chinos está cubierto por préstamos de bancos respaldados por el estado, a tasas mucho más bajas de las que pueden obtener otras naciones, dijo Francois Morin, director de China en la Asociación Nuclear Mundial.

Eso hace una gran diferencia porque la mayor parte del costo de la energía atómica está en la construcción inicial. Con un interés del 1,4% (lo que pagarán estos proyectos), la energía nuclear cuesta alrededor de 42 dólares por megavatio-hora, mucho más barata que el carbón y el gas natural en la mayor parte del mundo.
A una tasa del 10%, que es lo que pagarían economías desarrolladas y también países como el nuestro, el costo de la energía nuclear se dispara hasta 97 dólares, el extremo más caro de todo el espectro energético actual.

Esta es una ventaja decisiva para China.
En 2019, el ex presidente de China National Nuclear Corporation dijo que China podrá construir en paralelo 30 reactores en el extranjero, entre los que sin duda se cuenta el proyecto en vigencia con nuestro país.

"El Poder Ejecutivo aprobó estos planes y en este momento tenemos en marcha terminar el contrato con los chinos para arrancar esa central lo antes posible, que es la que cuenta con financiamiento asegurado para el nuevo reactor” decía en agosto el presidente de Nucleoeléctrica Argentina, José Luis Antúnez, poniendo de manifiesto que la cuestión del financiamiento es la clave de estos proyectos.

Fuente: Bloomberg.com