Una mañana lluviosa en Roma fue el escenario para la última despedida del ex pontífice emérito, Benedicto XVI. En la plaza de San Pedro, alrededor de 50 mil personas acompañaron su féretro en la misa que presidió el papa Francisco. Durante la ceremonia destacó el legado de su antecesor.

Benedicto había renunciado al sumo pontificado en 2013, hace casi una década, año en que la iglesia Católica decidió que lo reemplazara el entonces cardenal, Jorge Mario Bergoglio. El ex papa falleció el pasado 31 de diciembre a los 95 años, en un monasterio en el que estuvo recluido desde su renuncia. 

Durante la misa, el papa Francisco destacó la “sabidura, entrega y generosidad” que su antecesor supo “entregar a lo largo de los años”. 

“También nosotros, aferrados a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, queremos seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano en las manos del Padre: que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él esparció y testimonió durante su vida”, dijo el sumo pontífice argentino. 

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Según el Vaticano, 3.700 sacerdotes de todo el mundo concelebraron la misa junto a Francisco, además de más de 120 cardenales y 400 obispos.

Tras el funeral, Francisco presidió el rito de la Ultima Commendatio (la última recomendación) y la Valedictio (la despedida), el entierro en la cripta de la Basílica vaticana por el que el cuerpo de Benedicto XVI quedará ya donde antes estuvo el de Juan Pablo II.

Cuando terminó la misa, y mientras doce funcionarios vaticanos cargaron en sus hombros el féretro de Benedicto XVI, Francisco se mantuvo de pie frente a los restos de su antecesor, y a modo de último saludo apoyó su mano derecha en el ataúd, mientras los asistentes a la ceremonia aplaudían durante varios minutos para despedir al pontífice emérito.

El cuerpo fue depositado en tres ataúdes -uno dentro de otro-, de ciprés, de zinc y de otra madera, en los que también se depositaron las medallas y monedas acuñadas durante su pontificado, una praxis habitual con los Papas.

De todos modos, al tratarse de las exequias de un Papa emérito, el funeral no fue considerado "de Estado". Por lo que solo hubo delegaciones oficiales de Italia y de la Alemania natal de Ratzinger, aunque una decena de jefes de Estado y representantes de monarquías europeas asistieron a la ceremonia "a título personal".

Otra de las diferencias entre la ceremonia de este jueves y las que se realizan en muerte de un Papa en funciones es que el Vaticano no decretó feriado en sus oficinas. Todas permanecieron abiertas con un sistema de guardias más allá de que algunos de los trabajadores asistieron a la celebración.