El cambio de signo político producido el 10 de diciembre pasado tuvo, por un núcleo de hechos que se replican en la actualidad, marcadas oposiciones. Y la gestión saliente tuvo actitudes que hoy deben ser revisadas.

En los últimos días, el propio Felipe Solá debió dar de baja a un embajador que casi no entró en ejercicio. Es que su designación, a cargo de Jorge Faurie, se produjo el 17 de octubre pasado. Es decir, a dos semanas de dejar el poder.

Argentina había pasado ese día a tener embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Allí fue nombrado Daniel Reimondi.

Ahora, el Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la República Argentina, debió deshacer tal determinación, con la publicación de su salida en el Boletín Oficial.

El exdiputado Carlos Raimondi sería el elegido oficial para ocupar ese lugar.