La presencia de un grupo de congresistas demócratas este lunes en El Paso, Texas, para visitar los centros de detención de inmigrantes ha dado nuevo impulso al escándalo nacional provocado por las informaciones sobre condiciones insalubres y abusos en lugares abarrotados con cientos de menores detenidos. Los congresistas contaron toda la experiencia en directo en redes sociales. Aseguraron que un grupo de mujeres detenidas les dijo que cuando tenían sed las obligaban a beber del inodoro. La visita coincidió además con la revelación de un grupo secreto de Facebook de agentes de fronteras en el que se vierten comentarios de desprecio hacia los inmigrantes y se insulta a los congresistas.

Apenas llegaron a la comisaría de la patrulla fronteriza de El Paso los congresistas se quedaron sin teléfonos y escucharon la prohibición de hablar con los detenidos. “Eso es un cambio de política. Antes no era así”, contó después la congresista Nanette Barragán, que representa un distrito del sur de Los Ángeles. Barragán afirma que la relación con los agentes fue en todo momento tensa, en relación a otras visitas que ella ha hecho. “No quieren que sepas lo que lo que está pasando y eso es preocupante”.

Ya en el interior, los agentes dieron un tour a los congresistas por las instalaciones de al menos una hora, explicó Barragán. En un momento dado, una parte se quedó hablando con un grupo de mujeres en una celda a pesar de la oposición de los agentes. Entre ellos estaba la congresista de Nueva York Alexandra Ocasio-Cortez. A la salida, Cortez dijo que estas mujeres le habían contado que el trato de los agentes era “guerra psicológica”. Una le dijo que cuando decían que tenían sed les decían que bebieran del inodoro. Al comentarlo en Twitter escribió: “La congresista Aryanna Presley abrió el grifo (en la celda) y no salió nada. Les dijeron que bebieran del inodoro”.

Judy Chu, congresista por California, dijo en un vídeo en Twitter que había hablado con otra mujer que padecía epilepsia y no tenía acceso a medicación. También dijo que las mujeres habían sido separadas de sus hijos y que llevaban alrededor de 50 días detenidas.

A pesar de la prohibición de introducir teléfonos, el congresista Joaquín Castro publicó en su cuenta de Twitter un video y una foto de las mujeres con las que hablaron. Castro es el hermano de Julián Castro, actual precandidato presidencial demócrata. En el video, Castro muestra los nombres de estas mujeres apuntados en un papel. Se oye a algunas mujeres decir que no tienen medicación.

En medio de la visita, ProPublica publicó una exclusiva en la que desvela un grupo de Facebook en el que agentes de la policía de fronteras hacen bromas y comentarios despectivos sobre los inmigrantes. Algunos mensajes hacían referencia a la visita de los congresistas. Un montaje fotográfico mostraba a Trump agarrando por la cabeza a Ocasio-Cortez para acercarla a su bragueta. Otro miembro del grupo puso en duda la veracidad de la historia de los dos migrantes salvadoreños muertos en Matamoros cuando iban a cruzar el río Grande.

En ese momento, “la situación se calentó”, relataba Barragán. Además, “sorprendieron a uno de los agentes intentando hacerse un selfie con nosotros detrás”. “No podemos confiar en los agentes”. Barragán afirma que la visita estaba “montada” para mostrar la mejor cara. “Te enseñan los pañales, los cepillos de dientes y las pastillas de jabón. Pero cuando hablas con las inmigrantes la historia es diferente”. Barragán afirma que los agentes se mostraron tensos y muy poco colaboradores, en contraste con otras visitas que ella ha hecho.

El grupo se dirigió también al centro de detención de Clint, Texas. Este lugar saltó a las portadas la semana pasada después de que un grupo de abogados se encontraran allí a 300 niños hacinados y en condiciones insalubres. Esta vez solo había unos 25 niños, afirmó Barragán. “Había una celda con un niño pequeño. Debía de tener 4 años. Los habían encerrado para que no pudiéramos hablar con ellos. Este niño se pegó al plexiglás para hablar con nosotros. Pudimos entender que estaba llamando a su padre”.

Antes el grupo había visitado un centro de a Oficina de Recolocación de Refugiados, que es la que gestiona la acogida de menores solos antes de ser entregados a sus familias en EE UU o a familias de acogida. “Me llamó la atención que había niños que llevaban dos meses allí después de haber sido separados de sus familias”, relató Barragán. “Había un niño de Honduras que vino con su tío. Como al tío no se le considera familia directa, los separaron. No tiene ningún sentido. Lleva dos meses allí teniendo familia en Estados Unidos”.

“El sistema está roto”, dice Barragán. “Hay una cultura de desprecio y de trato inhumano en la frontera”. La semana pasada, los demócratas de la Cámara de Representantes aprobaron una financiación extra de 4.500 millones de dólares para el sistema de procesamiento de inmigrantes en la frontera. Finalmente, lo que se aprobó fue una versión de ese paquete de ayuda hecha por los republicanos en el Senado, que otorga discrecionalidad a la Casa Blanca sobre cómo usar el dinero. Barragán votó a favor de la primera y en contra de la segunda. “No sabemos cómo se va a usar ese dinero”.