Entre 2018 y 2020 China sacrificó unos 100 millones de cerdos para detener la epidemia de peste porcina africana que se ensañó con su rodeo. Una decisión que desequilibró el tablero mundial porque China es al mismo tiempo el principal productor y consumidor mundial de carne de cerdo; en la práctica consume casi la mitad de toda la carne de cerdo que se consume en el planeta.

Desde entonces, China implementó una serie de medidas tendientes a recuperar su producción y mejorarla. En una decisión política conocida en 2019, el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de China anunció que permitiría la construcción de instalaciones de cría de gran altura.

La decisión tuvo efecto instantáneo sobre las nuevas inversiones que estaban a la espera del blanqueo: solo en la provincia suroccidental de Sichuan, se planificaron o construyeron 64 granjas de varios pisos a partir de 2020.

Es que, según las autoridades chinas el modelo de producción de gran altura es más eficiente, bioseguro y respetuoso con el medio ambiente.

“En comparación con los métodos de cría tradicionales, las granjas porcinas de gran altura son más inteligentes, con un alto nivel de automatización y bioseguridad. Al mismo tiempo, tiene la ventaja de ahorrar recursos de la tierra”, dijo Zhu Zengyong, profesor del Instituto de Ciencia Animal de la Academia China de Ciencias Agrícolas, en declaraciones oficiales.

Agregó que la popularidad de esta alternativa había crecido después del brote de peste porcina africana. “Inevitablemente, la industria de la cría de cerdos se dirige hacia un futuro altamente automático e inteligente, y los estándares y el umbral para los criadores de cerdos serán más alto como resultado”.

La granja porcina de 26 pisos

El mega criadero está ubicado en las afueras del sur de Ezhou, una ciudad en la provincia de Hubei, más de 1000 kilómetros al sur de Beijing y a unos 800 kilómetros del estratégico puerto de Shangai.

Es un edificio gigante que visto a la distancia parece un hotel o un monoblock de apartamentos. Pero no es para oficinas ni para familias. Sus 26 pisos lo erigen en la granja de cerdos de un solo edificio más grande del mundo, con capacidad para sacrificar 1,2 millones de cerdos al año.

Así lucía hace pocos días el criadero en una captura de pantalla de la red Weibo. Imagen: lemonde.fr
Así lucía hace pocos días el criadero en una captura de pantalla de la red Weibo. Imagen: lemonde.fr

Las nuevas instalaciones entraron en producción a principios de octubre cuando la empresa que operará el cridero, Hubei Zhongxin Kaiwei Modern Farming, admitió sus primeras 3700 madres en la granja.

Según declaraciones en la cuenta oficial de WeChat de la empresa, la granja porcina cuenta con dos edificios. Detrás del sitio operativo, un edificio de igual tamaño y aspecto idéntico está a punto de terminarse. Cuando estén en pleno funcionamiento, proporcionarán un área combinada de 800.000 metros cuadrados de espacio, con capacidad para 650.000 animales simultáneamente.

La granja costó algo más de 500 millones de dólares y tiene condiciones controladas de gas, temperatura y ventilación; los animales son alimentados a través de más de 30.000 puntos de alimentación automáticos operados centralizadamente desde una punica sala de control.

La compañía dice que los desechos de los cerdos serán tratados y utilizados para generar biogás, con el que se generará energía y se calentará agua dentro de la granja. Los controles de bioseguridad serán estrictos junto con múltiples rondas de desinfección y pruebas antes de recibir autorización para ingreso.

Los temores

No son pocos los expertos que cuestionan el modelo. Básicamente la preocupación es que las granjas intensivas a gran escala aumentan la probabilidad de brotes de enfermedades cada vez mayores e incluso del riesgo de “salto” de virus que puedan contagiar a seres humanos.

“Las instalaciones intensivas pueden reducir las interacciones entre los animales domésticos y salvajes y sus enfermedades, pero si una enfermedad entra, puede estallar entre animales como un incendio forestal”, dijo Matthew Hayek, profesor asistente de estudios ambientales en la Universidad de Nueva York en declaraciones a The Guardian.

“He escuchado múltiples informes sobre 'bioseguridad', 'eficiencia' y 'sostenibilidad'. Escuchamos la misma narración para las instalaciones interiores en Estados Unidos. Sin embargo, hay muy poca evidencia de que estas instalaciones intensivas tengan alguno de esos beneficios en la realidad”, dijo.