En la Catedral de Norwich, Inglaterra, construyeron un tobogán de más de 16 metros de altura en forma de espiral justo en frente del altar.

La atracción fue colocada con un doble objetivo: que se puedan ver más de cerca las vidrieras y sus techos; y captar nuevos feligreses.

Su autor es el reverendo Andy Bryant y se le ocurrió la idea cuando visitaba la Capilla Sixtina en Roma. "Reconozco que fue una idea un tanto arriesgada, pero nuestros techos son tan maravillosos", aseguró el religioso a The Guardian, explicando que los visitantes del templo ahora pueden verlos mucho mejor porque "son tan altos que la mayoría nunca podían apreciarlos".

"Seeing it Differently" ("Viéndolo diferente"), es el nombre de la iniciativa con la cual se abren las puertas a toda la comunidad: "Siempre estamos buscando la manera de ampliar el atractivo de nuestras catedrales porque algunas personas pueden sentir que son un poco exclusivas, que solo son para un tipo particular de persona", dijo Bryant.