Un nuevo informe del think tank Energy Innovation muestra la cruda realidad de la generación eléctrica en nuestros días. Aunque el reporte se refiere a la situación del parque generador en Estados Unidos, sin dudas es un reflejo de lo que debe esperarse en el futuro inmediato en casi todo el resto del mundo.

El informe analiza 210 plantas de carbón en los Estados Unidos y utiliza datos disponibles públicamente para estimar sus costos, comparando esas cifras con los costos de construir y luego operar plantas eólicas y solares en las mismas regiones que las plantas de carbón (hasta 45 kilómetros de distancia).

Se trata de la tercera edición bianual de una serie que viene reflejando la pérdida de competitividad de la energía generada por combustión de carbón. Ya en 2019, los autores describían que más del 70 por ciento de las plantas de carbón eran más costosas de operar comparadas con la alternativa de construir nuevas plantas eólicas o solares.

Este último reporte señala que esa proporción ya creció hasta al 99 por ciento. De hecho, en nuestros días solo una planta de carbón opera con costos competitivos contra las energías limpias.

Alrededor del 80 por ciento de las plantas de carbón en el informe tienen costos operativos que son al menos un tercio mayores que los costos de obtener esa electricidad a partir de nuevas energías eólica y solar.

El último empujón lo acaba de dar el paquete de medidas conocidos como Ley de Reducción de la Inflación yeL(IRA por sus siglas en inglés), una norma aprobada en agosto pasado con varios incentivos que hacen que la energía eólica y solar sean menos costosas.

"La tendencia de que el carbón se vuelva más caro y las energías renovables bajen su costo definitivamente ha continuado, pero la IRA es, sin duda, el gran, gran cambio aquí", dijo Michelle Solomon, analista de políticas de Energy Innovation y coautora del informe al sitio Inside Climate News.

El informe no cuantifica los beneficios para el clima y la salud del cierre de plantas de carbón; es estrictamente un balance de costos de producción de energía. Es claro que, aunque no se cuantifiquen económicamente, los beneficios al ambiente y a la salud son tan o más importantes que los económicos.

¿Perdiendo o ganando menos?

Si las plantas de carbón que hoy operan en los Estados Unidos (o en cualquier lugar del planeta) estuvieran perdiendo dinero, sin duda veríamos un cierre masivo de estas operaciones y ninguna nueva inversión.

Lo real es que las estimaciones del informe no significan que los dueños de las plantas de carbón estén perdiendo dinero al continuar operándolas. De hecho, muchas de las plantas son rentables por los sistemas regulatorios estatales que permiten a las empresas que las plantas sigan funcionando incluso cuando hay opciones menos costosas y contaminantes disponibles en la red.

Lo que está ocurriendo es que si un inversor debe decidir a qué apostar hoy para obtener un mejor retorno de inversión, sin duda elegirá desarrollar una generadora de electricidad a partir de energía solar o eólica porque hoy ya son más rentables que las plantas a carbón.

La cuestión de fondo es que mientras que las generadoras no tengan que pagar por contaminar, no hay ningún motivo para cerrar esas operaciones. Las ventajas de operar una planta de energía alternativa en realidad terminan generando una rentabilidad adicional marginal porque el grueso del ahorro beneficia a los consumidores, que compran más barata su electricidad.

En la práctica, los consumidores podrían ahorrar miles de millones de dólares si los propietarios de las plantas de energía reemplazaran la mayoría de sus plantas de carbón con una combinación de energía eólica y solar.

La cuestión de la disponibilidad

Las centrales solares o eólicas tienen un punto flaco: la falta de continuidad en la disponibilidad de la energía. De hecho, los picos de consumo de las redes eléctricas ocurren de noche cuando, obvio, no puede generarse energía solar. Por ejemplo, en Argentina el horario pico de la red eléctrica es entre las 18 y las 23 horas.
Y aunque el viento pueda soplar de noche, no todas las jornadas son ventosas e incluso, aún en los sitios con mejor perfil, la velocidad del viento varía considerablemente.

Los defensores del carbón insisten con las ventajas de plantas que son capaces de funcionar las 24 horas del día, regulando la oferta según la demanda y disponiendo de semanas o meses de combustible almacenado en el sitio.

El reporte demuestra que el potencial de ahorro de costos al cerrar las plantas de carbón es tan grande que las empresas podrían desarrollar almacenamiento de energía eólica o solar, replicando las capacidades de las plantas de carbón las 24 horas del día, y aun así ahorrar dinero.

La excepción a la regla

Dry Fork Station, una planta a carbón cerca de Gillette (Wyoming), con una capacidad de generación de 405 megavatios, es la única planta de carbón en los Estados Unidos cuya operación cuesta menos de lo que costaría reemplazar la producción de la planta mediante la construcción de nuevas plantas eólicas o solares en las mismas comunidades.

Entró en funcionamiento en 2011 y fue parte de la última ola de nuevas plantas de carbón y se destacó en el momento de su finalización debido a su alta eficiencia en la cantidad de electricidad que produce en relación con la cantidad de combustible que consume.

Además, la planta está ubicada justo al lado de la mina de carbón que la abastece de combustible, por lo que casi no tiene costos de transporte de combustible. Esos factores se combinan para hacer que la planta tenga un rendimiento muy superior al promedio de las otras que funcionan con carbón.

Pero incluso con su eficiencia, Dry Fork Station es apenas menos costosa que las nuevas energías renovables. El informe estima que Dry Fork tiene costos operativos de $16,64 por megavatio-hora, mientras que construir un nuevo parque eólico en la región y operarlo tendría un costo de $16,96 por megavatio-hora, una diferencia de apenas el 2 por ciento.

Algunas otras plantas a carbón se acercan a un punto de equilibrio con las energías renovables o, en el caso de la estación generadora de Prairie State en Illinois, los costos son los mismos. La planta de Illinois, que entró en funcionamiento en 2012, tiene el mismo costo estimado de construcción y operación de un nuevo parque eólico en la región.

Pero esos están entre los valores atípicos. Más típicas son las brechas de costos que son tan grandes que los consumidores deberían preguntarse si tiene sentido que las plantas permanezcan en servicio.