"En nombre del Estado les pido perdón a sus familiares y a ellos, a todos los jóvenes que marcharon por la democracia. No podemos devolverles la vida pero sí podemos evitar que esto vuelva a suceder". Así juró como presidente Francisco Sagasti ante el Congreso peruano iniciando el discurso más importante en sus 76 años de vida con un reconocimiento expreso a los jóvenes caídos en la lucha por la democracia, Bryan Pintado e Inti Sotelo, y a todos los demás que les acompañaron en las calles.

Lo hizo frente a sus familiares, orgullosos de la lucha de los llamados "héroes del Bicentenario". Perú celebrará el año que viene los 200 años de la proclamación de su independencia.

Entre todos ellos, jóvenes y protestantes, cambiaron el curso de la Historia y derribaron, junto a la presión internacional, la brevísima presidencia de Manuel Merino, situado en las antípodas políticas de Sagasti. "Haremos lo posible para devolverle la esperanza a la ciudadanía, para pensar en un Perú mejor y hacerlo realidad", apostó el político centrista.

El presidente encargado no dudó en entonar un mea culpa colectivo, sabedor de que es el cuarto presidente en una sola legislatura: "No hemos estado a la altura de los grandes desafíos. No hemos sabido escuchar y responder a las legítimas aspiraciones de los peruanos. Hoy nos toca ser la solución de los problemas que hemos generado nosotros mismos".

Sagasti anticipó lo que ya se sabía: su gobierno será plural, incluyente y respetuoso del equilibrio económico y fiscal. Por delante, ocho meses con las elecciones presidenciales y parlamentarias incluidas.

 Entre sus objetivos, proteger la división de poderes y a entes clave, como la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria, asediada por los intereses de las universidades privadas; la Procuraduría General del Estado y el Instituto de Radio y Televisión.