Una de las primeras imágenes que circuló el día que los talibanes tomaron el poder de Afganistán fue la de una corresponsal estadounidense que fue obligada a usar el hiyab​  para continuar con su trabajo. Lo que llamaba la atención era que una mujer occidental tuviera que cubrir su rostro porque su vida corría verdadero peligro.

Esto despertó una serie de reacciones en relación a los derechos de las mujeres que serían quitados. No es para menos, existe una amplia evidencia de las atrocidades cometidas por los talibanes hacia las mujeres. Por mencionar algunas, la imposibilidad de estudiar, de circular libremente sin el acompañamiento de un varón, la prohibición de tener un trabajo, entre otros que catalogan como crímenes sobre la integridad física.

En conversación con Subversiones, Belén Torchiaro propone reflexionar un poco más allá de lo que sucede con los talibanes. Principalmente porque los considera “un grupo absolutamente totalitarista, violento que no representa a ninguno de los mensajes del islam”. Y también, porque Afganistán vive “una situación bélica que viene atravesando hace muchísimos años”, lo que la convierte en una situación particular de extrema violencia que no necesariamente se replica en otras comunidades musulmanas.

La politóloga, especializada en estudios islámicos, habla de la existencia de “un aparato sistemático e ideológico” con un claro componente colonizador sobre todas las mujeres no occidentales. Que se repite cada vez que un caso como el de Afganistán sale en primeras planas. Cada vez pasa algo similar: Se dan por hechas las categorías de opresión de la mujer sólo por tener una identidad de fe, en este caso, islámica.

Es complejo desentrañar las características de éste discurso porque, como dice Belén, “hay un velo occidental” que es necesario correr para ver con más claridad. El problema de esta mirada infantilizadora es que “ las mujeres musulmanas se presentan como desposeídas de todo tipo de agencia, de su lugar como sujetas políticas de acción”.

Generalmente, los prejuicios hacia la comunidad musulmana la describen como algo homogéneo, como si fuera una sola y misma cosa en todo el mundo. Belén aclara que el Islam, al igual que todas las religiones, tiene una “multiplicidad de diversidades”. Y que considerar lo contrario esconde como subtítulo “un profundo racismo”.

Esto tiene que ver con una “retórica salvacionista” profundamente vinculada al colonialismo. Desde una mirada situada se puede entender lo que dice la entrevistada: “El discurso de la salvación es el discurso de la colonización” porque con ese mismo discurso “se han diezmado pueblos enteros”.

Belén, musulmana y feminista, afirma que “en todo conflicto bélico de ocupación que, además, es espectacularizado siempre se pone al cuerpo de la mujer en el medio y de la expone en el primer campo de batalla”. Por eso invita a reflexionar desde un marco teórico e histórico que no resulte aún más violento.

Para está tarea, propone que el abordaje de éstos temas debe ser “desde los feminismos interseccionales y decoloniales”. Además invita a preguntarnos: “¿Qué podemos desmenuzar cada vez que nos llega una información con estas características?”.

Belen Torchiaro En Subversiones by cba24n.com.ar