El sultán Abdul Hamid del imperio otomano entre 1884 y 1896 ya ordenó masacrar más de 300 mil armenios. En 1909 es derrocado y los turcos toman el poder y llegaron con la idea de convertir un imperio heterogéneo en un estado homogéneo.

El 24 de abril de 1915 fueron asesinados 650 intelectuales y dirigentes armenios. A partir de ese momento, se dio la orden de deportar a la población armenia a los desiertos de Siria y Mesopotamia, mientras en las provincias se asesinaba de forma masiva a la población armenia.

Durante ocho años, hasta 1923, el imperio otomano masacró a más de un millón y medio de armenios mediante diversos métodos de tortura.

A pesar de que muchos países han reconocido el genocidio, el gobierno turco sigue sin reconocer el brutal genocidio ocurrido hace ya 107 años. Argentina reconoció la masacre en 2006, incluso Joe Biden, presidente de Estados Unidos, hizo lo propio en 2021. 

Actualmente el flagelo del asesinato de armenios continúa vigente en la República de Artsaj, un territorio históricamente ocupado por armenios.

Allí el gobierno turco financia a la República de Azerbaiyán, lo que causó el asesinato de más de 5 mil soldados armenios que defendían su tierra, echados y asesinados por mercenarios pagados por Turquía mediante la utilización de armas químicas.