¿Qué pueden tener en común ballenas, elefantes, humanos y ciertas especies de ratas? No es un chiste; en realidad es un dato bastante obvio. Comparten un rasgo relativamente raro entre los mamíferos: sus cuerpos están cubiertos con poco o nada de pelo. Los ancestros de cada una de estas especies fueron considerablemente más peludos.

Apenas se repara en el hecho, se comprende que el vello corporal es una característica definitoria de los mamíferos. Si los ancestros comunes de cada una de estas especies fueron considerablemente más peludos, debe significar que la falta de pelo evolucionó varias veces de forma independiente.

Cuando especies relacionadas con antepasados comunes muy remotos muestras evoluciones de un rasgo en común, puede interpretarse como un aspecto de la evolución que se repite. Este proceso se llama “evolución convergente” y puede proporcionar información sobre cómo las diferentes especies llegaron al mismo resultado.

Un delfín o una ballena “pierden” el pelo porque los ejemplares con menos pelo nadan más rápido y gastando menos energía. Un homínido pierde el pelo porque al bajar de la copa de los árboles a la sabana necesita disipar mejor el calor, transpirar, para soportar largas carreras de persecución de sus almuerzos. Los motivos que presionan sobre la evolución son muy diferentes, pero el resultado es el mismo.

Una posibilidad es que hayan sufrido cambios genéticos similares, como activar o desactivar genes clave que juegan un papel en el desarrollo del rasgo. Y la comprensión de esos fenómenos puede permitir comprender mecanismos que aún hoy siguen funcionando en esas especies, mecanismos que pueden ser claves para corregir diferentes trastornos, desde el más obvio en este caso (la calvicie) a otros aparentemente pocos relacionados, como el cáncer.

Un estudio comparativo

Un grupo de investigadores de las universidades de Ptitsburgh y Utah, especialistas en biología computacional y genética humana, se propusieron identificar qué cambios genéticos pueden haber contribuido a la evolución convergente de la calvicie en especies de mamíferos no relacionadas.

Investigaron los perfiles genéticos de 62 especies de mamíferos “peladas”, con el propósito de vincular elementos genómicos específicos con los orígenes del rasgo “sin pelo”. Las secuencias genéticas bajo investigación incluyeron cerca de 20 000 genes que codifican información para la síntesis de proteínas, así como 350 000 secuencias reguladoras compuestas de ADN no codificante, que especifican cuándo y cómo se activan los genes.

El estudio implicó comparar genomas de linajes sin pelo de especies muy diversas como armadillos y ballenas, elefantes y personas. Es la primera vez que se estudian los mecanismos genéticos detrás de varios rasgos del cabello en un grupo tan diverso de mamíferos.

El trabajo permitió identificar partes del genoma que han evolucionado de manera similar en las especies de mamíferos que perdieron el pelo. Confirmaron que las secuencias que hicieron “peludos” a nuestros ancestros están aún presentes, pero descubrieron que los genes y las secuencias reguladoras asociadas al crecimiento del cabello, acumularon mutaciones a tasas significativamente diferentes en los mamíferos sin pelo que en los que aún lo tienen.

Al mismo tiempo encontraron evidencia de que las regiones asociadas al crecimiento del cabello también están relacionadas con la evolución de la calvicie, por lo que los hallazgos podrían usarse para desarrollar tratamientos para la pérdida de cabello en humanos.

Un aspecto interesante del trabajo es que una parte muy significativa del desarrollo del pelo se asocia a diferentes aspectos de la piel y los folículos por lo que el trabajo también provee información para trabajar sobre otros trastornos y disfunciones generales, por fuera de los capilares.

Con pelo y sin pelo

Un aspecto metodológico del trabajo que revela otra aspecto interesante de la cuestión pilosa en los mamíferos es, precisamente, la definición de lo que puede considerarse una especie con pelo o sin pelo.

Los investigadores advierten en el trabajo que “aunque algunas especies son innegablemente peludas (perro, gato, oveja, etc.) y algunas son innegablemente lampiñas (orca, delfín, elefante, etc.), algunas especies son casos límite”.

Ejemplifica con el erizo y otras especies que parecen tener 'púas' en lugar de pelo pero hacen la salvedad de que las púas de especies como el erizo o el puercoespín, son en verdad pelos modificados.

Los casos “límite” considerados precisamente son los seres humanos y los cerdos, que también se clasifican como especies sin pelo aunque tienen una cantidad de pelo relativamente mayor que las otras especies sin pelo.

Los cerdos y las personas tienen una piel no modificada que está casi completamente cubierta de cabello (y en el caso de los humanos, el cabello es bastante denso en algunas áreas del cuerpo), pero ambas especies tienen grandes franjas de área del cuerpo donde el cabello es tan escaso que la piel expuesta al sol es claramente visible y por eso se clasifican como linajes sin pelo.