Ya se sabe, las energías “verdes” descansan fundamentalmente sobre la base física de una batería. Y las baterías descansan sobre la base química del litio. El litio es una de los componentes de las baterías recargables que alimentan todo, desde teléfonos móviles hasta automóviles eléctricos.

Y aunque no se comente a viva voz, las reservas de litio mundial están muy lejos de cubrir la demanda proyectada.
El cuadro es verdaderamente crítico: con las reservas mundiales calculadas en unos 60 millones de toneladas, a los ritmos de consumo proyectados se agotarán en 20 años, con lo que debería esperarse una crisis de la movilidad eléctrica y de las energías alternativas tan pronto como en 2050.

Pero así y todo, la cultura del consumo arrasa con todo: si hay un negocio de por medio, el ambiente, los recursos, la humanidad toda y el planeta, pueden ponerse en segundo plano.
Es lo que ocurre con los “vapeadores” o cigarrillos eléctricos.

Un vicio por otro

Introducidos inicialmente como el mecanismo mágico que permitiría a los adictos a la nicotina “dejar el vicio”, poco a poco se fue demostrando que, aunque no tan peligrosos como el cigarrillo tradicional, los riesgos para la salud del uso de estos dispositivos eran concretos y palpables. La idea de utilizar sabores frutados en las soluciones que se comercializan con ellos, produjo una pandemia de consumo adolescente y los transformó en un tema de salud pública.

Aunque se trató de una situación aislada, tal vez el caso que más repercusión mediática tuvo fue el de 39 muertes en Estados Unidos, cuyas causas fueron rastreadas hasta los dispositivos.

De hecho, en Argentina los cigarrillos electrónicos están prohibidos desde el año 2011. La ANMAT a través de la disposición 3226/2011, que ratificó en un comunicado del año 2016, dispuso que se prohibiese "la importación, distribución, comercialización y la publicidad o cualquier modalidad de promoción en todo el territorio nacional del sistema electrónico de administración de nicotina denominado "Cigarrillo Electrónico", extendiéndose dicha prohibición a todo tipo de accesorio para dicho sistema o dispositivo, como asimismo a cartuchos conteniendo nicotina".

En Córdoba se prohibieron en 2019 y este año, en Estados Unidos se tomaron medidas contra el líder de este mercado, Juul, que debió retirar sus dispositivos y cartuchos con nicotina y mentol.

La situación con las prohibiciones es contradictoria, porque no puede perseguirse a un consumidor que decide hacer uso de modo privado de estos dispositivos. Los promotores del sistema estiman que en Argentina hay unos 800.000 vapeadores.

Litio en todas las baterías

La mayoría de los vaporizadores o “vapeadores”, también conocidos como cigarrillos electrónicos de un solo uso, contienen una batería recargable pero no un puerto de recarga y están diseñados para desecharse una vez que se agota la batería. Usan la batería para vaporizar el líquido que se inhala.

Aunque la mayoría de los vaporizadores desechables contienen una batería recargable de iones de litio, se comercializan como artículos “úselo y tírelo” pese a los muchos motivos para no hacerlo.

En todo el mundo las baterías de iones de litio se definen como desechos peligrosos debido a su naturaleza tóxica, a su fuerte capacidad contaminante y a la propensión a incendiarse cuando se dañan. Todo esto sin contar que el uso desaprensivo de los recursos naturales tiene metida a la humanidad en un callejón sin aparente salida.

Un informe de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) encontró que 245 incendios fueron causados ​​o probablemente causados ​​por baterías de iones de litio entre 2013 y 2020 en instalaciones de desechos.

A pesar de esto, sigue siendo perfectamente legal arrojar estas baterías a la basura doméstica tanto en los Estados Unidos como en otras naciones, donde los vaporizadores no necesitan someterse a un reciclaje especializado, ni los productores de vaporizadores tienen obligaciones por sus productos.

Debe agregarse que en los casos en dónde hay reglamentación específica, como en la Unión Europea por ejemplo, las perspectivas de cumplimiento y las posibilidades de fiscalización son prácticamente nulas.

Por todo esto, no sorprenden los datos que confirman que toneladas de litio están yendo a parar a los basurales de todo el mundo.

Tirando el Litio

 Se estima que este año había ya unos 55 millones de consumidores de cigarrillos electrónicos. Aunque cada dispositivo tiene cantidades muy pequeñas de litio (unos 150 miligramos), las cantidades de dispositivos comercializados son tan grandes que el desperdicio suma toneladas.

Una investigación conjunta del consorcio de investigaciones periodísticas Bureau Of Investigative Journalism (TBOIJ), Sky News y el Daily Telegraph mostró que solamente en Reino Unido se tiran a la basura dos vaporizadores desechables por segundo. Durante un año, esto es suficiente litio para fabricar aproximadamente 1200 baterías de automóviles eléctricos.

El trabajo se basó en una encuesta realizada para Material Focus, una organización de reciclaje sin fines de lucro, y encontró que el 18 % de las 4000 personas encuestadas había comprado un vaporizador el año anterior, y que el 7 % había comprado por lo menos un dispositivo de un solo uso.  

La proyección de estas cifras indica que se compran alrededor de 168 millones de vaporizadores desechables cada año en el Reino Unido y que más de la mitad de las personas que compran vaporizadores de un solo uso los tiran a la basura.

Los números en Estados Unidos no son muy diferentes según refleja un trabajo más reciente del TBOIJ. Los estadounidenses tiran cinco vaporizadores desechables por segundo. En un año, esto equivale a 150 millones de dispositivos, que juntos contienen suficiente litio para unas 6000 baterías de automóviles eléctricos.

En este caso, los datos corresponden a una encuesta realizada con más de 2700 jóvenes por Truth Initiative, una organización de salud pública que trabaja para acabar con el tabaquismo y el vapeo. Según estos datos más de la mitad de los jóvenes estadounidenses de 15 a 24 años que vapean usan dispositivos desechables. De ellos, dos tercios arrojan sus dispositivos ​​directamente a la basura doméstica.

Así las cosas, sólo con Estados Unidos y Gran Bretaña se desecha litio como para 7200 vehículos eléctricos. Asumiendo que estas dos poblaciones dan cuenta de un cuarto de los vapeadores del mundo, la cifra se expande a unas 30.000 baterías por año.

Si el dato es cierto, solo en baterías de vapeadores, los seres humanos habremos tirado unas 480 toneladas de litio para cuando se produzca la crisis de abastecimiento del precioso metal.